
Aislada población, solo caminos de caballería permitieron llegar hasta sus muros. Dependiente del municipio de Enciso, estaba formado por quince viviendas, ermita, escuela (estuvo cerrada durante la guerra) y casa concejo.
Duras y abancaladas tierras de las que se obtenía trigo y cebada principalmente. Las ovejas eran su principal recurso, los corderos se vendían a carniceros de Enciso y Arnedo, la lana se llevaba a Enciso y a Munilla para ser aprovechada en las fábricas textiles que allí había. El textil que dio muchísimo auge a aquellos dos pueblos y adónde iban alguno de los vecinos de Valdevigas a trabajar. Como también algunas mujeres acudían a trabajar a la poderosa fabrica de chocolate de Las Bargas.
Contaron con luz eléctrica proveniente del molino Gil de Las Ruedas de Enciso. A este mismo molino iban a moler el grano.
No tenían fuente y se suministraban de una poza que había en el barranco.
Cabezo Mediano
Collado Somero
Cubillo
El Barranco
El Guindar
El Pago
Erreñelapeña
Fuente Cubillo
Fuente Los Pozos
Hoya Bajera
Hoya Miguel
Hoyacerezo
La Colorada
La Coscoja
La Cruz
La Llana Pellejero
La Peña
La Viña del Pomar
Las Cortes
Las Eras
Las Umbrialejas
Los Avenares
Majadilla
Matabarranco
Monte Tosesón
Rinconada
Solana Cubillo
Solana Gavillo
Umbría Cubillo
Umbría Tosesón
Umbrigüela
Valdemunilla
Valle de Abajo
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Valdevigas que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
Dos días duraban sus fiestas patronales (11 de noviembre) en honor a la virgen de la Magdalena.
Se hacía una diana mañanera con los músicos por las casas del pueblo, donde se obsequiaba a la comitiva con anís, moscatel y rosquillas.
La misa y la procesión eran los actos religiosos, mientras que la parte festiva eran los gaiteros de Garranzo (Santos y José) los que ponían la nota para hacer bailar a los presentes. Baile que se realizaba por la tarde en una era y por la noche en el concejo.
Cada año era una casa la encargada de elaborar unos roscos que luego se rifaban.
No faltaban en la fiesta vendedores de Munilla y de Larriba vendiendo garrapiñadas y caramelos.
El cura llegaba desde Enciso a oficiar la misa y también de Enciso venía el médico.
El cartero (Esteban) se desplazaba hasta Enciso a recoger la correspondencia y la repartía en La Escurquilla y en Valdevigas.
El herrero venía del pueblo soriano de La Vega.
Para realizar compras aprovechaban el domingo que era día de mercado en Enciso y a la vez que vendían algún animal de corral se abastecían de productos de primera necesidad.
También la juventud realizaba el trayecto hasta Enciso los domingos para acudir al baile que allí se hacía por las tardes.
Las malas comunicaciones, el poco futuro del campo y el declive de las fabricas de Enciso llevó a los habitantes de Valdevigas a buscar otro medio de vida más confortable. Algunos se quedaron en Enciso y otros se fueron para Arnedo, Logroño y Barcelona.
A principios de los 60 ya solo quedaban dos casas abiertas y fueron Francisco Blanco y su mujer Ángeles Fernández, además de los tres hijos que tuvieron (Pedro, Inocencia y Jesús) los últimos de Valdevigas. En el año 1962 cerraron su casa y se marcharon a Enciso.
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Informante: Antiguo vecino de Valdevigas (Conversación personal mantenida en un establecimiento de hostelería de Enciso).
-Los topónimos están extraídos de la página web Errioxa. Luis Manuel Fernández: "Recopilación de topónimos de Enciso, Valdevigas..."
Visitas realizadas en marzo de 2008 y mayo de 2014.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Mañana típica de mayo, tan pronto sale el sol como se esconde, como amenaza tormenta. El camino desde La Escurquilla que empieza bien delimitado desaparece como por arte de magia, hay que intuir e ir por la loma más alta entre matorral bajo hasta encontrar el sendero GR que viene de Enciso y va hasta Munilla. Una vez por este camino ya es bajada y se divisa Valdevigas al fondo del barranco. Panorámica que se hace cada vez más bonita según me acerco. Tiene una fotografía preciosa el pueblo cuando ya estás frente a él. En forma de pared vertical se dibuja este pueblo. Tras atravesar el pequeño arroyo entro en la parte baja de Valdevigas, con la casa concejo a orillas del camino. El pueblo esta devorado por la vegetación, intento buscar un resquicio para entrar por alguna calle pero no lo consigo, por más que contorneo todo el pueblo no hay manera. Cuando estoy en la parte alta empieza a llover con verdadera gana (una vez más el paraguas y el chubasquero se han quedado en el coche) así que toca ponerse a resguardo porque cae con ganas. Hay pocos edificios donde poder guarecerse, me meto en un pajar al que le falta la mitad del tejado. La lluvia no afloja así que me toca estar a cubierto. Si en Valdevigas está lloviendo bien, en Munilla tiene que estar diluviando a tenor de como se ve el cielo por allí. Cincuenta minutos después para de llover. Continuo mi periplo exterior por las casas, cuando a los diez minutos otra vez se arranca a llover. Ahora estoy en la parte baja así que la casa concejo es el lugar idóneo y casi único para protegerse del agua. Es estar dentro del edificio y el baile que allí se celebraba en las fiestas empieza a tomar forma en mi imaginación.
¡Lo que habría dado por retroceder en el tiempo y ver un baile allí dentro!
Siempre me ha llamado muchísimo la atención cuando me contaban que en tal o cual pueblo realizaban los bailes en la escuela o en el ayuntamiento y no alcanzo a comprender como se podía celebrar un baile en un recinto tan pequeño como el que ahora estoy.
¡Con los músicos y cuatro parejas que hubiera ya no cabía nadie más!
Pero se hacían, vaya que sí se hacían. Y todos tan felices.
¡Eso eran bailes!
Esta vez la lluvia se cansa más pronto de soltar agua y puedo continuar mi inspección, siempre exterior de Valdevigas. Terminada mi visita me marcho por el mismo camino de venida. Esta vez es subida. Según voy ascendiendo me paro cada pocos metros y me vuelvo para echar un último vistazo a este pueblo que tuvo que ser la mar de bonito.
Es de los pocos deshabitados que se puede decir que es precioso aún sin poder entrar en su interior.

Valdevigas al fondo del barranco.

Bajando por el sendero de acceso al pueblo.


Otra panorámica parcial del pueblo.

Entrando a Valdevigas por el camino de Enciso.


La casa concejo. En la planta baja quedaba la fragua.

Desde la puerta del concejo.

Bonito rincón.



La casa de Fausto y Milagros. Emigraron a Barcelona.

Vivienda con horno anexo.
