
Compuesta de seis viviendas (en años más remotos llegaron a ser ocho) basadas en una autentica economía de subsistencia como era norma en todas las masías del Maestrazgo.
Aparte de los pequeños huertos para consumo propio cultivaban trigo, cebada, olivo, vid. El ganado que más abundaba era la oveja, además de los animales domésticos en cada casa (cerdos, gallinas, conejos).
Para todo tipo de oficios religiosos (misas, bautizos, bodas, entierros) acudían a la iglesia de Las Planas.
El médico y el veterinario venían desde Santolea.
No había escuela en El Alconzal por lo que los niños en edad escolar tenían que ir a la de Las Planas.
"Cuando yo fui a la escuela era la única niña de El Alconzal, tenía una hora andando de recorrido, por lo que mis padres esperaron a que me hiciera un poco más mayor (9 años) para poder ir sola por los caminos, hasta entonces me enseñaba mi padre en casa, cuando fui a la escuela ya sabía la cartilla y el catón (libro con textos sencillos para aprender a leer). PILAR EJARQUE.
De Las Planas también venia el cartero a repartir la correspondencia, asimismo hasta allí se desplazaban los vecinos en burros a llevar las olivas para elaborar el aceite en la cooperativa de las Planas de la que eran socios. Al molinero se le solía obsequiar con chorizo, huevos y pastas.
Los vendedores ambulantes también venían desde Las Planas, como Alfonso que tenia tienda y más tarde Manuel que también puso tienda e iban con el burro lleno de carga por todas las masías vendiendo de todo (pescados y naranjas entre otros productos).
Algunos vecinos hacían intercambio de productos con otros masoveros de la zona de Villarluengo, así cambiaban aceite y tomate por patatas por ejemplo.
El día 3 de mayo era el día de fiesta de El Alconzal celebrando a La Santa Cruz.
"Se invitaba a familiares y amigos a las casas y se les convidaba a pastas (tortas de alma, magdalenas, roscones, mostachones, almendrados) y a una comida que solía ser especial ese día en cada casa, en la mía por ejemplo era costumbre de hacer cocido de garbanzos con un caldo muy bueno y albóndigas de la pierna del cordero. No se hacía baile y después de comer el cura y los demás invitados se iban cada uno a su pueblo, normalmente eran casi todos de Las Planas.
Aunque la fiesta masovera por excelencia era la de Santa Bárbara (4 de diciembre), celebrada por todas las masías de Las Planas de Castellote. Los de El Alconzal salíamos de casa a las 5 de la mañana, de noche oscura, nos juntábamos en Las Planas desde donde salía la procesión con el cura, muchos se iban añadiendo por el camino y otros esperaban en la ermita, de tal manera que a las 7 de la mañana ya estaba la gente en Santa Bárbara, allí estaban los mayorales, que eran los encargados de preparar la fiesta, obsequiar con vino y pastas a todos los que llegaban, los mayorales se elegían cada año, eran una familia entera de una masía y se encargaban de todos los preparativos. Después de la misa y de la degustación de las pastas cada familia se iba a comer a las masías para más tarde acudir todos al baile que se celebraba en la masada del Perogil, al son de la gaita del Conesa (Santolea) y del tambor del Roso (Las Parras). PILAR EJARQUE.
Poco tiempo libre había para ocio y diversiones en un modo de vida tan sacrificado como el masovero, alejado de los pueblos en un terreno áspero y solitario.
"No sé cual era el tiempo libre, todo el día estábamos ocupados en las tareas de la casa, huertos, ganado, leña, conservas, caza, siempre había algo que hacer: cocinar, limpiar, arreglar ropa, etc. PILAR EJARQUE.
Debido a la política represiva de las autoridades franquistas en la posguerra en la que obligaban a los masoveros a desalojar las masías en varias ocasiones por ser sospechosos de ayudar a los maquis, algunos vecinos se desanimaron y se fueron marchando, otros aguantaron un poco más, pero en la década de los 60 terminaron marchando por el poco futuro que había ya en el campo y la aparición de la industria en las grandes ciudades, cada familia tomó un rumbo distinto y así acabaron emigrando a Vinaroz, Barcelona, Valencia, Puigmoreno, quedándose en soledad durante casi cuarenta años una sola casa abierta.
El matrimonio formado por Eusebio Carcelero y Josefa Asensio fueron los últimos de El Alconzal, en 2009 se marcharon a Castellote terminando con la presencia humana en la aldea de forma permanente.
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Informante: Pilar Ejarque, antigua vecina de El Alconzal (Conversación mantenida por correo electrónico a través de sus nietas Susana, Elena y Laura).
Agradecimiento a Miguel Pardo y Pilar Lafuente, vecinos de Valdealgorfa, enamorados de El Alconzal donde pasan gran parte de su tiempo libre, por su gran hospitalidad hacia mi persona.
Visita realizada en marzo de 2010.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.



La calle zigzaguea y sube al núcleo central.

Aquí estaba la pequeña plaza de la aldea. En ella se juntaban las mujeres a hablar, coser, etc. El día de fiesta se jugaba a las cartas.

El horno comunal.
"Hacíamos pan cada quince o veinte días, masábamos más de 30 panes cada vez, cada uno de ellos pesaba un kg. Cuando se iba a hacer la matanza se hacia un pan más pesado apropiado para hacer pellas, sopas". PILAR EJARQUE.





Vista de El Alconzal desde el peirón.

Era de trillar.

La fuente de El Alconzal.