Sacedoncillo (Guadalajara)

A 995 metros de altitud en una explanada con ligerísima inclinación por encima del pequeño barranco que forma el arroyo de Sacedoncillo se encuentra este pueblo exhausto de la Serranía de Guadalajara.
Algo menos de una veintena de casas con unos sesenta habitantes es lo que daba de si Sacedoncillo en las primeras décadas del siglo XX. Tuvo ayuntamiento propio hasta 1845, año en que pasó a ser anejo de Muriel.
La guerra civil fue el principio del fin para Sacedoncillo. El pueblo se encontraba en el fuego cruzado entre los dos bandos. El frente se encontraba en el cercano río Sorbe. Aunque en un primer momento el pueblo no fue muy dañado por estar fuera del alcance del tiro de artillería, fue a mitad del conflicto cuando se vieron obligados a evacuar el pueblo, instalándose sus gentes en diversos pueblos de la provincia.
Al terminar la contienda y visto el estado en que se encontraba Sacedoncillo muchos no volvieron. Solo cuatro familias regresaron al pueblo y arreglaron la casa con mucha precariedad. El resto se acomodaron en el cercano pueblo de Tamajón o se marcharon a Guadalajara.
Los que optaron por Tamajón les daba la posibilidad de seguir yendo a trabajar las tierras a su pueblo.
Nunca conocieron la luz eléctrica ni el agua en las casas. Se iluminaban con los candiles de aceite. Para consumo de agua tenían una fuente a doscientos metros del pueblo.
El termino municipal era pequeño y sus tierras de cultivo estaban sembradas principalmente de trigo, centeno y patatas.
Para moler el grano les tocaba acudir al molino de El Arenal perteneciente al pueblo de Muriel.
Las ovejas y las cabras se repartían el volumen ganadero, siempre en pequeños rebaños en cada casa, alrededor de cuarenta cabezas. Venían carniceros de Cogolludo a comprar los corderos.
Por los terrenos de monte abundaba la liebre, el conejo y la perdiz.

Arroyo de Sacedoncillo
Camino de Muriel
Camino de Tamajón
Chortal de Oro
Cuesta del Molino
Dehesa Boyal
El Juncar
El Tribunal
Huerto del Herrero
La Asomadilla
Loma de la Horca
Los Navazales
Mojón de Navaluenga
San Blas

**Son algunos topónimos de lugares comunes de Sacedoncillo que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**


A sus gentes se les conocía con el apodo de "curuchos".
Para hacer compras se desplazaban a Tamajón donde había varios comercios. Dos kilómetros y medio les separaban. A la misma distancia se situaba Muriel donde había una tienda.
Los niños en edad escolar iban a la escuela de Muriel.
Celebraban fiestas a San Sebastián, San Roque y Santa Águeda.
El último domingo de mayo asistían a la romería de la ermita de Peñamira en término de Muriel junto con el resto de pueblos (nueve) que conformaban el antiguo señorío de Beleña.

El cura venía desde Muriel (primeramente andando y luego a caballo) para oficiar los actos religiosos.
Desde Tamajón acudía el médico cuando se le solicitaba para que viera a algún enfermo de gravedad. Hacia el desplazamiento en burro.
También desde Tamajón se desplazaba el cartero a repartir la correspondencia.

Aunque Sacedoncillo ya llevaba unas décadas agonizante, su "defunción" definitiva se produjo al principio de los años 60 cuando la última familia que quedaba abandonó el pueblo. Hecho que se vio rematado con la aparición de ICONA para la expropiación de las tierras, las cuales se iban a utilizar para la repoblación forestal.

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Informante:
Vecina de Muriel (su madre era nacida en Sacedoncillo) (Conversación personal mantenida a la puerta de su casa.
Otra fuente de información:
Libro: Serranía de Guadalajara, despoblados, expropiados, abandonados. Reportaje de Sacedoncillo a cargo de Abraham Prieto.
Revista: El umbral del Ocejón. Entrevista a Gerardo Merino, nacido en Sacedoncillo.


Visitas realizadas en mayo de 1996, noviembre de 2013 y octubre de 2022.

Punto y aparte. Cuanta historia de Sacedoncillo se perderá en los abismos del olvido por no haberse podido (o querido) recoger fragmentos de su memoria a su debido tiempo. Nadie nos podrá referir como era su vida cotidiana, sus fiestas patronales, el pastoreo con las ovejas, su letargo invernal o sus desplazamientos a Tamajón entre otros detalles. Ya ningún "curucho" nos lo podrá contar de primera mano. Sus gentes se llevaron su sabiduría, sus conocimientos del terreno, su aprendizaje de la vida en perfecta simbiosis con la naturaleza, su saber sobreponerse a las adversidades del momento, su...
Su temprana (por forzosa) emigración desancoró a sus gentes del lugar que les vio nacer y con ello no hubo apenas relevo generacional que hubiera prolongado la presencia humana en el pueblo durante unas cuantas décadas más.
Sacedoncillo lo verán las siguientes generaciones como un amasijo de ruinas pero sin apenas nada que escarbar en su memoria. Una lástima que no se escuchara en su tiempo a los que tenían mucho que contar.
Mis visitas a Sacedoncillo, en especial las dos últimas (2013 y 2022) han sido un quebradero de cabeza por localizar su fuente. En la primera visita me tuve que ir del lugar porque ya se hacía de noche y no había dado con ella después de media hora rastreándola (llevando referencias de donde estaba) pero es que en la última visita del 2022 estuve a punto de pasar por la misma situación. Cuando ya empezaba a desistir porque no iba a dar con ella por fin la encontré. Y es que... la buscaba en la vertiente equivocada del barranco. No sé porque mi obstinación me hacia solo buscar en una orilla, cuando en una de esas miradas furtivas que hice al terreno di con ella. Allí estaba, justo enfrente de donde yo estaba buscando. La abundante y frondosa vegetación no ayudaba a verla con claridad, pero con mi empecinamiento en buscarla donde no debía se me hizo muy cuesta arriba y el desespero ya se había instalado en mi cabeza. No sería el primer pueblo del que me he tenido que ir sin haber encontrado su fuente pese a llevar referencias de su ubicación. Pero esta fuente de Sacedoncillo tenía especial interés en conocerla porque su caño por donde mana el agua es la punta de un obús de la guerra civil que se encontró en la zona y que después de haberse desactivado se incrustó en la pared lateral de la fuente para que sirviera de saliente del agua.
Pero previamente a estas peripecias vividas en torno a la fuente estuvo la visita a este exánime, mustio y consumido pueblo de Sacedoncillo. Un paseo por sus menguadas ruinas pone la nota de aflicción por lo que se ve. Una sucesión de muros desmochados donde solo la iglesia es identificable, el resto a duras penas se puede distinguir lo que era vivienda a pajar, corral o cuadra. Como tampoco son perceptibles ya su plaza, su campo de bolos o sus calles de la Iglesia y de la Fuente.
Observo sus recortadas paredes en busca de detalles, contemplo espacios, me acerco hasta la iglesia, situada al final del pueblo. Reconocible por sus muros y la solidez de su piedra, aunque ya esta carente de tejado. Su interior un espacio diáfano donde no hay ningún elemento arquitectónico a resaltar.
Bajo hasta el arroyo, un puente de nuevo diseño permite cruzar el casi inexistente cauce. Me encamino al cercano cementerio. Más de lo mismo, nada hay perceptible que pueda indicar que era el camposanto (pero lo era).
Quiero sacar unas fotografías del pueblo desde abajo, desde el arroyo, pero justamente en esos momentos llega un grupo de seis jóvenes junto a la puerta de la iglesia. Espero a ver si se van para poder tomar la fotografía pero curiosamente lo que hacen es sentarse en las piedras salientes del terreno junto a la iglesia a conversar y echar unos cigarros. Seguramente habrán venido desde el cercano Tamajón a pasar la tarde. Al optar por la inmovilidad junto al templo me chafan las imágenes que quería tomar. Qué se le va a hacer. Subo otra vez para el pueblo, paso junto a ellos, un afable saludo de su parte y me introduzco otra vez en el casi desaparecido entramado urbano del pueblo. Está ya todo visto pero por si acaso apareciera algún detalle nuevo. De aquí me encamino al barranco situado por detrás del pueblo en busca de la escondida fuente. Está vez no me puedo ir sin localizarla, aunque a punto estuve de no dar con ella por segunda vez.


Llegando a Sacedoncillo.




Entrada al pueblo. Variedad de colores en la piedra de las paredes, muy al estilo de la tonalidad de los cercanos "pueblos negros".



"Radiografía" del estado actual de Sacedoncillo.




Vivienda.




Calle de Sacedoncillo.




Ruinas.




Vivienda.




De camino hacia la iglesia.




La iglesia parroquial de Santa María. Desapareció el pórtico y de su portada de acceso nunca más se supo.



La iglesia por su lado norte.




Interior del templo. Apenas visible la espadaña. Ventana cuadrada de iluminación. Los mechinales donde se insertaban las vigas muestra donde estuvo ubicado el coro. Portada expoliada.



Cementerio. A doscientos metros del pueblo.




La fuente de Sacedoncillo. Conocida popularmente como la fuente de la Teta. Ello es debido a que su caño está conformado por un obús inutilizado de la guerra. Se puso posteriormente sustituyendo al original.

1 comentario :

  1. Increíble lo original del nombre de la fuente y su razón de ser.
    Gracias por este trabajo de campo tan revelador

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