
El Bardal es un anejo de Aldeanueva de Santa Cruz en las estribaciones de la sierra de Villafranca.
Aldea compuesta por una decena de viviendas de sencilla construcción.
Nunca llegó la luz eléctrica hasta la aldea.
Casí todas las casas tenían horno para hacer pan, la que no lo tenía utilizaba prestado el de alguna vecina o familiar.
"Haciamos unos roscones y magdalenas deliciosos. Tenían mucha fama en los pueblos del contorno y nos hacían encargos para gente de Aldeanueva de Santa Cruz". ANTIGUA VECINA DE EL BARDAL.
De la zona de monte sacaban la leña de roble, indispensable para calentar la lumbre de las cocinas en los fríos inviernos que aquí se daban.
Terreno cultivable con buenas cosechas de patatas y judías que se vendían a gentes de El Barco, La Horcajada y otros pueblos del contorno.
Trigo y cebada era el cereal que cosechaban principalmente.
Iban a moler el grano para hacer pan a El Barco de Ávila y para moler el grano destinado a los animales iban al molino de Vallehondo junto al río Tormes.
El ganado vacuno era el principal en cuanto a ganadería.
Los terneros se llevaban a vender a El Barco de Ávila.
Para todo tipo de oficios religiosos (misa dominical, bodas, bautizos, defunciones, etc) acudían a la iglesia de Aldeanueva de Santa Cruz.
El médico llegaba desde la cabecera municipal cuando la situación lo requería.
También desde Aldeanueva venía el cartero a repartir la correspondencia.
Los niños en edad escolar asistían a la escuela de Los Cuartos.
"No celebrábamos ninguna fiesta propia en El Bardal pero participábamos de las fiestas de El Cristo en Aldeanueva de Santa Cruz o los Carnavales en Los Cuartos". ANTIGUA VECINA DE EL BARDAL.
Los lunes bajaban al mercado de El Barco y los martes lo hacían al de Piedrahita, dada la cercanía a ambos para la compra-venta de todo tipo de productos.
La falta de una carretera que hiciera más fácil las comunicaciones a los vecinos y la ausencia de servicios básicos como era el caso de la luz eléctrica fue propiciando la emigración de las gentes. Prácticamente la totalidad de vecinos del pueblo se quedaron en Aldeanueva y en Los Cuartos donde disponían de mejores infraestructuras y podían seguir acudiendo a El Bardal a atender el ganado y las fincas.
Sixto y Rufina, con las dos hijas habidas del matrimonio fueron los últimos de El Bardal. Cerraron la puerta de su casa en 1981 y se marcharon a Aldeanueva.
Hubo algún intento de compra del pueblo que no llegó a fructificar, por lo que la aldea sigue su camino imparable hacia la desolación y el olvido.
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Informantes:
-Antigua vecina de El Bardal (Conversación personal mantenida en 2010 a la puerta de su casa en Los Cuartos).
-Vecinos de Los Cuartos (Conversación personal multiple mantenida en 2020 en un corrillo de tertulia).
Visita realizada en febrero de 2010 y en julio de 2020.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. "Aquello está todo perdido". Fue la frase de advertencia que me hizo un grupo de personas mayores de Los Cuartos con los que conversé antes de hacer la nueva visita a esta aldea que tanto me había gustado diez años atrás. Perdido porque ya no es habitable pero aún muy agradable para visitar pensé yo para mis adentros.
La mañana de este mes de julio se presenta apacible porque el sol no aparece, las nubes no le dejan hacer acto de presencia con lo que el calor desciende unos grados. Amenaza lluvia.
A pesar de ser Los Cuartos el pueblo más cercano a El Bardal no es fácil llegar desde aquí. No es un camino recto como el que lleva desde Aldeanueva por ejemplo. Aquí hay que moverse por varios caminos, dejar uno y coger otro, sortear vegetación y dar con el sendero correcto. Lo sientes cerca pero no lo ves hasta que no llegas casi hasta sus muros.
Llevaba en mi "disco duro" de la mente el grato recuerdo de mi primera visita a esta pequeña aldea abulense perdida en un falso llano justo en las estribaciones de la sierra. Nada más entrar por su calle de entrada ya veo que todo ha cambiado. Las edificaciones, el suelo, el paisaje circundante, nada es igual. Todo a peor. Pensé que al ser buenas construcciones de piedra aguantaría mejor el paso del tiempo, pero no. Las inclemencias meteorológicas por aquí golpean con crudeza y todo ello repercute en el deterioro de los edificios. Además la vegetación ha ido ganando terreno y ya no se puede transitar con comodidad por donde antes si se podía.
Algunos rincones y edificaciones que tanto me gustaron la vez anterior veo que ya no es lo mismo. Se empieza a apoderar de mi el desanimo.
Solo se puede transitar por la calle principal que vertebra la aldea en dos mitades.
Entro en un patio interior y me asomo a la entrada de una casa, el tejado se ha hundido y no se puede acceder al interior.
Salgo por el camino de Aldeanueva y veo una fuente cercana junto al camino. No sé si sería la fuente del pueblo.
Vuelvo hasta la aldea, la vista no disfruta como años atrás. Ya estaba despoblado si, estaba todo en ruina si, pero eran unas ruinas muy agradables a los ojos del visitante. En esta segunda visita ya no puedo decir lo mismo. Llegué con la idea de hacer un buen número de fotografías para actualizar el archivo fotográfico sobre El Bardal pero apenas tomo unas pocas imágenes.
Sé que el paso del tiempo es inexorable y más en estos lugares, pero no me esperaba encontrar esta aldea en un estado tan depauperado.
Sigo moviéndome por donde puedo intentando buscar detalles de interés. Mi mente no está anímicamente al 100%. Desilusionado sería la expresión exacta para explicar mi estado de animo.
Empieza a lloviznar. La visita toca a su fin.
"Aquello está todo perdido". No pensé yo que tendría que acabar dando la razón al grupo de mayores de Los Cuartos que me hicieron la advertencia. Pero sí, está todo perdido y bien perdido. No modifico ninguna fotografía del reportaje y mantengo las del 2010.

Entrada al pueblo por el camino de Aldeanueva, la piedra granítica presente en todas partes.

Entrada al pueblo por el camino de Los Cuartos, empedrado natural de la calle.


Pajar y vivienda.

Vivienda con patio delantero.

Gruesa lancha de piedra granítica en medio de la calle.

Vivienda con patio delantero y diversas edificaciones auxiliares.

Apenas el hueco justo entre los dos muros para acceder a la vivienda.



Vista parcial de la aldea desde las eras.

Fachadas traseras de algunas viviendas.

Establo para vacas.

Perfecto ejemplo de mampostería en piedra seca. Se aprovecha la gruesa piedra granítica natural para formar el muro complementándola con otras de menor tamaño