La Sagrada (Salamanca)

La Sagrada es un pequeño pueblo perteneciente al municipio de Ledesma en los mismos limites con la provincia de Zamora.
Hasta el siglo XIX tuvo ayuntamiento propio teniendo a su cargo las aldeas de La Samasa, La Samasita y La Vádima.
Situado en terreno llano entre dehesas de encinas a 790 metros de altitud, alrededor de una quincena de casas conformaron la población en sus buenos tiempos.
Nunca llegó la luz eléctrica al pueblo.
Fue un lugar más ganadero que agrícola, la mayor parte de su término estaba dedicado al pasto.
Ovejas, vacas y cerdos conformaban el grueso de la ganadería del pueblo.
Tratantes de Ledesma venían a comprar los corderos mientras que de los terneros se encargaban los tratantes de Moraleja de Sayago (Basilio y Mauricio).
Sus tierras cultivables estaban dedicadas al trigo y la cebada principalmente.
Para moler el grano se desplazaban al molino de Moraleja de Sayago o a la aceña de Ledesma.
Cada casa tenía su horno para hacer el pan.
No era el invierno muy riguroso por estas latitudes, solía caer una nevada al año de corta duración.
Disponían de mucha leña de roble y encina para calentar la lumbre de los hogares.
El conejo, la liebre y la perdiz eran el reclamo para los aficionados a la caza.
Mucha relación tenían con el pueblo zamorano de Moraleja de Sayago por cercanía.

Camino de La Samasa
Camino de Moraleja
Cuarto de Los Llanos
Cuarto Valdepalacios
El Campo
El Salinar
Fuente de las eras
Regato de La Samasita
Regato de Santarén

**Son algunos topónimos de lugares comunes de La Sagrada que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**


Para hacer compras se desplazaban a Moraleja de Sayago y también hacían el desplazamiento a Ledesma los jueves que era día de mercado. Aprovechaban para llevar a vender animales de granja y lechones y de paso compraban productos alimenticios, utensilios y ropa.

Don Tomás, el cura venía en bicicleta desde Moraleja de Sayago a oficiar misa los domingos. Lo hacía con una frecuencia de quince días. Acudían también a la ceremonia dominical las gentes de La Samasa.
El médico en casos excepcionales venía desde Ledesma a visitar al enfermo.
Desde la capital comarcal llegaba el cartero a repartir la correspondencia.
Los niños en edad escolar se desplazaban a la escuela de Moraleja de Sayago.

Tenían su fiesta patronal el 17 de enero en honor a San Antón. Se hacía misa y procesión y por la tarde baile amenizado por un tamborilero del pueblo zamorano de Peñausende. Acudía la juventud de La Samasa, de Santarén y de Moraleja.
La gente joven iba los domingos a Moraleja a participar de los bailes a nivel local que allí se daban.

El final para La Sagrada llegó en las décadas de los 60 y 70. Sin luz, sin un acceso en condiciones, la falta de escuela, la lejanía del médico y las ganas de mejorar en calidad de vida buscando lugares donde hubiera mejores servicios e infraestructuras fueron los condicionantes fundamentales para que las gentes del pueblo tomaran la determinación de emigrar. Ledesma, Moraleja y Zamora fueron las localidades elegidas para iniciar una nueva etapa en sus vidas.
Los "Simones" fueron los últimos de La Sagrada. Ellos eran los hermanos Pepe y Simón. El primero estaba casado con Pepa, natural de Moraleja de Sayago mientras que Simón era soltero. En 1975 cerraron para siempre la puerta de su casa y se marcharon al pueblo vecino de Moraleja.

Visita realizada en julio de 2024.

Informantes:
- Vecino de Santiz (Conversación personal mantenida en un encuentro casual en las cercanías de La Sagrada).
- Vecina de Moraleja de Sayago (Conversación personal mantenida a la puerta de su casa).


Punto y aparte. Si en el buscador de google tecleas La Sagrada- Salamanca te sale un pueblo habitado situado en el centro de la provincia, en el Campo de Salamanca, pero resulta que hay otro pueblo en Salamanca con el mismo nombre y está deshabitado. Tuve conocimiento de esta población gracias al reportaje que hizo mi buen amigo Jesús Sánchez para su blog Pueblos sin vida. Pero he de confesar que he llegado tarde, muy tarde a La Sagrada. No hay comparación entre el pueblo que él vio y el que yo he conocido. Son doce años de diferencia entre su visita y la mía que han dado para mucho, para que el pueblo este invadido por la vegetación y sobre todo para contemplar la rápida decadencia de sus edificaciones.
Es de buena mañana cuando llego hasta este pueblo salmantino  en la misma divisoria provincial con Zamora. El calor de momento no hace acto de presencia. El pueblo no se ve hasta que no estas casi junto a sus muros. Me subo hasta un altillo para otear una vista panorámica. Contemplo un pueblo derrotado, edificios desmochados, sin tejado, mucha vegetación avasallando e impidiendo el normal transito entre sus ruinas. Tengo a mi lado la fuente subterránea que un día abasteciera de agua a las gentes del lugar. Me dispongo a introducirme en su entramado urbano, el cual consta solamente de un vial principal adonde daban buena parte de las edificaciones. Me adentro por una calle lateral donde hay todavía una casa reconocible, prácticamente la única que se la puede considerar así. Pero una muralla vegetal enseguida me impide continuar. Salgo otra vez al camino y oigo ruido de motor, es un tractor, la persona que va en su interior se para al verme por allí y mantenemos una conversación trivial, va a trabajar en unas fincas próximas. Me despido de este hombre y voy por otra abertura a modo de calle entre las construcciones ruinosas. Acaba en un amplio corral con su pajar correspondiente y no hay manera de seguir, así que desando lo andado y vuelvo a salir a la calle principal. Según voy caminando observo edificios a ambos lados que a duras penas dejan entrever que uso tuvieron en el pasado, hay que mirar con mucho detenimiento para dar cuenta de lo que un día fue una vivienda. Continuo caminando por el camino y a un centenar de metros observo la espadaña de la iglesia sobresaliendo entre un pequeño encinar. Las fincas cultivadas a ambos lados del camino están todas valladas y dificulta mucho el movimiento para obtener buenas fotografías como es el caso del templo parroquial. Llego hasta su entrada, el atrio ya caído, penetro en su interior, una amalgama de vegetación, tierra, tejas y vigas me dificulta el movimiento, apenas puedo moverme, tengo que saltar entre escombros, ya no puedo ver la mesa del altar mayor ni la pila bautismal que Jesús si llegó a tiempo de ver. Observo el coro, el cancel de la entrada y el gracioso y esbelto nido de cigüeña que se mantiene en un sorprendente equilibrio sobre el tejadillo de la espadaña. Salgo al exterior, intento contornear la iglesia pero no puedo, las alambradas de las fincas cercanas me impiden dar un paso por el otro lado, con lo cual me quedo sin ver el cementerio anexo. Salgo otra vez al camino, desde aquí diviso la mayor parte de las edificaciones del pueblo. La ruina es total y absoluta, no hay tejado ninguno. Panorama desolador contemplando lo que un día tuvo que ser un bonito y pintoresco lugar. El camino de seguirlo me llevaría a Moraleja, lo cojo durante un centenar de metros por ver si puedo tener una vista panorámica del pueblo pero no es posible, así que opto por volver. Nuevamente estoy en la calle principal, ahora la recorro en camino descendente, no me aporta nada novedoso con respecto a cuando lo hice a la inversa. La visita va tocando a su fin, intento escudriñar entre los edificios algo de interés pero no hay resultado positivo. Contemplo nuevamente la única casa que aunque no es posible acceder a su interior mantiene todavía su fachada externa bastante entera en comparación a las demás. Me adentro en el patio de un corral de ganado, mucha vegetación y poco que ver en su interior. Me voy alejando de La Sagrada y cavilando en lo tarde que he llegado a conocer este pueblo, pero me consuelo pensando que a todos los sitios no se puede llegar a su debido tiempo.


Entrando en La Sagrada.




Calle principal en sentido ascendente.




Vivienda.




Calle y vivienda.




Corral y pajar.




Vivienda. La vegetación impide acercarse a ella.




Muros a medio caer y esquinas delimitan la calle.




Edificación en ruina.




De camino a la iglesia.




Iglesia parroquial de La Asunción de Nuestra Señora.




Interior del templo. Cancel de madera pintado en azulete. Coro. Espadaña coronada por nido de cigüeña.



Interior del templo. Baptisterio. Coro. Escalera de acceso con barandilla de hierro.



Una parte de las edificaciones de La Sagrada contempladas desde la iglesia.



Calle principal en sentido descendente.




La fuente.




Balsa de agua que se utilizaba para beber los animales.




Corral de ganado.