
Cal Joanet, cal Graells, cal Pont, cal Riera, cal Moliner, cal Melgosa, cal Panar, cal Mastret y la rectoría eran las nueve viviendas que componían el núcleo de Montlleó en la comarca de la Segarra, aunque en tiempos anteriores fueron unas cuantas más.
Algunas casas tenían rebaños de ovejas pero la dedicación principal era la agricultura, aunque hay que decir que no tenían muchas tierras cultivables. Trigo, cebada, centeno, patatas y viñas era lo que más sembraban.
En las casas tenían bodegas y ellos mismos elaboraban el vino, siempre para consumo propio, aunque algunas veces lo llevaban a vender a los mercados de Sant Guim o al de Cervera.
No hubo nunca luz eléctrica en el pueblo, aunque dos casas si la tenían de modo muy precario gracias a un molino generador de electricidad que poseían. Tampoco había agua corriente. El agua para consumo tenían que ir a buscarlo a la font de la Mare de Déu, situada a quince minutos del pueblo.
Hasta esta fuente iban en procesión desde la iglesia en tiempos de sequía para pedir que lloviera.
Casi todas las casas tenían aljibes que se llenaban con agua de lluvia. Utilizaban este agua para beber, solamente el que recogían en invierno.
Hasta la guerra civil había un horno comunal en el cual hacían el pan. Después dejó de utilizarse y bajaban a Sant Antolí a comprarlo.
Alrededor de una quincena de niños bajaban en los años 40 a la escuela de Sant Antolí para lo cual tardaban cuarenta y cinco minutos de bajada y algo más a la vuelta que era de subida, sobre una hora.
Se llevaban una tartera y comían en la casa de algún familiar.
De Sant Antolí subía el médico cuando la situación era muy grave, sino era el enfermo el que tenía que hacer el camino a la inversa.
Para hacer compras iban regularmente al mercado de Sant Guim de Freixanet y en ocasiones se desplazaban a la capital comarcal: Cervera. Solían comprar bacalao, sardinas y congrios y aprovechaban para vender huevos, conejos o gallinas.
Celebraban la festa major el 8 de septiembre en honor a la Nativitat de la Mare de Déu.
Como curiosidad a los niños cuando se les quería asustar les decían que vendría el barón Aimeric a llevárselos (la familia Aimeric fueron los amos de estos territorios en el siglo XVI).
Sin luz, sin agua y con unos caminos intrincados y muy precarios el futuro de Montlleó estaba echado. Las gentes fueron emigrando en busca de mejores condiciones de vida. Unos se quedaron en Sant Antolí, otros lo hicieron en Cervera, y los demás se marcharon a Lleida o Barcelona.
Los de cal Melgosa fueron los últimos en marchar de Montlleó, lo hicieron en 1958.
Cuando hacía más de treinta años que no vivía nadie en el pueblo llegó la electricidad (1992).
Desde hace unos años hay una familia viviendo en cal Mastret procedentes de Cervera.
Actualmente forma parte del municipio de Ribera d´Ondara.
-----------------------------
Fuentes de información:
-Página web; Tribus de la Segarra. Els escrits de la Montse Rumbau "Montlleó: enmig de les pedres, el record del passat"
-Revista Ond'ara.
-Vecino de Montpalau (Conversación personal mantenida a la puerta de su casa).
Visita realizada en julio de 2017.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Mediodía veraniego con un sol abrasador cuando llego a esta elevada población de la Segarra. No hace falta entrar al pueblo para ver ya antes de llegar el estado de ruina absoluta en que se encuentra Montlleó. Como si hubiera habido un bombardeo las viviendas están en el suelo, piedras, vigas, maleza, todo se junta para dar la imagen de un lugar ya irrecuperable. Ni la imaginación puede trabajar para recomponer mentalmente como sería este apiñado caserío, posiblemente bastante atractivo dada su fisonomía en pendiente sobre el terreno.
Son muchos años de abandono, de aguantar las incidencias atmosféricas y seguramente el expolio que también dejaría su huella por aquí. Pero hay un edificio que sobresale, se lleva todo el protagonismo, se come el escenario: la preciosa iglesia, con su altiva torre-campanario. Contrasta el buen estado del templo con el de las casas. Cruzo junto a la iglesia por la única calle que se puede pasar hasta la otra parte del pueblo y aquí el panorama no es tan desolador, un edificio destinado a refugio de cazadores además de la vivienda que ha vuelto a ser habitada hace que Montlleó por este otro lado tenga otra imagen. Pero no hay signos de presencia humana.
Un perro de buen tamaño dormita a la sombra, no advierte de mi presencia. Me alejo un poco para ver una vista panorámica del pueblo. Al cabo de unos minutos vuelvo otra vez hacía las casas, el perro no se inmuta. Mejor, porque sino con sus ladridos rompería el sepulcral silencio que aquí se da.
Contorneo la iglesia, bonita es por todos los lados. Esta cuidada. Me sitúo otra vez junto a las viviendas que hay por encima. Todo ruinas. Ya no hay calles, ni fachadas, ni rincones, nada. Por un sendero casi inexistente junto a la última casa trepo hasta lo alto de la colina, donde seguramente estaría el castillo. Ahora lo que hay es un vértice geodésico. El pueblo a mis pies. Las vistas desde allí son primorosas. Pomar, Sant Antolí, Hostalets, Rubinat... y Cervera. Todos ellos se ven desde las alturas de Montlleó. Sin olvidar la nacional II que pasa a un par de kilómetros. El trasiego de vehículos es constante como no podía ser menos en una carretera tan importante. Igual que yo los veo pasar, ellos con girar un poco la cabeza podrán ver un despoblado en lo alto de una colina, ¿cuántos perderán unos segundos en hacerlo?
Me bajo hacía la iglesia. Me siento unos minutos en el poyo que hay junto a la iglesia. La visita a este pintoresco lugar de Montlleó toca a su fin. Camino de vuelta a Briançó. El calor aprieta. Y es que son casi las tres de la tarde.

Llegando a Montlleó por el camino de Briançó.

Llegando por el camino de La Rabassa.






Calle de Montlleó. Fachada norte de la iglesia.






Aspecto parcial de algunos edificios.
