Pardos (Zaragoza)

Otro de los pueblos míticos de la despoblación en España, por su ubicación, envergadura, belleza y por ser noticia en varios medios de comunicación en los años 90 (Televisión, El Periódico de Aragón, Interviú) debido a un singular personaje que vivió varios años en el pueblo después de que se hubiera quedado vacío.
Un paseo por sus calles y plazas nos permite imaginar la belleza pasada de sus edificaciones en este recóndito lugar, en el que a pasos agigantados la maleza y los escombros van recortando cada vez más su fisonomía.
Cuarenta viviendas componían este pueblo, pedanía de Abanto, situado en la embocadura de un barranco que forma el arroyo Trescastillo entre medias de un farallón rocoso en su salida hacia el arroyo de la Veguilla.
La luz eléctrica llegó a Pardos sobre 1958. Atrás quedaron los candiles de aceite (que se usaban en las casas) y los de carburo (que se usaban en las tabernas).
Trigo, cebada y centeno conformaban los principales cultivos en sus campos. Iban a moler el grano al molino de Abanto.
Manzanos, cerezos, ciruelos y perales eran los árboles frutales que más abundaban.

"En Las Cerradillas era donde más árboles frutales había.
Tengo especial recuerdo del moral del tío Perico, situado detrás de la iglesia. Daba unas moras grandes y muy buenas, nos hartábamos a comerlas pero nos poníamos la ropa, el calcero y las manos perdidos de manchas.
Me acuerdo también de unos perales que había en los huertos y que daban unas peras muy pequeñas, llamadas ceremeñas, parecidas a las de San Juan.
En el barranco había una noguera grande, junto a un membrillero y unos cerezos y ciruelos.
El tío Manuel también tenía unos almendros detrás de la casa.
Saliendo por El Collao estaba el huerto del tío Juan que tenía perales, higueras y un cerezo temprano del que alguna de sus ramas daban al camino y podíamos coger cerezas con cierta facilidad". MARIANO CALEJERO.


La ganadería se componía de ovejas y cabras. Cada casa sacaba su rebaño a pastar. Los corderos se llevaban a Abanto para venderlos a carniceros llegados de Calatayud y Calamocha.

"En el pueblo se hacían unos exquisitos quesos de cabra. Eran tanto para consumo propio como para la venta, normalmente en Munébrega y Olvés".
POLICARPO ARANDA.


Abundante caza había en sus montes sobre todo de perdices, conejos y liebres, así como muchas carrascas de las que se extraía leña para consumo propio y para vender a pueblos como Abanto, Monterde y Munébrega que andaban más escasos de ella.
Muy curioso era el llamado "tren de Pardos" que consistía en una reata de burros y mulas del tío Colás cargadas de leña que había cogido previamente en el monte de Pardos y la llevaba a vender por los pueblos cercanos.

Barranco de San Antón
Barranco de Trascastillo
Carra Abanto
Carra Cubel
Carra La Sierra
Carra Las Fuentes
Carra Molino
El Arreñal
El Canalizo
El Cerro Litón
El Cerro Redondo
El Collao
El Guijar
El Horcajo
El Mogrón
El Ojo de Pardos
El Palomar
El Picazo
El Repecho
El Tejar
La Agua Salada
La Cuesta de los Trapos
La Esbarizosa
La Fuente La Yedra
La Hoya Bandoria
La Hoya Coca
La Hoya Esteban
La Hoya Terrena
La Loma
La Olma
La Paridera de Pedro- Juan
La Pieza la Vieja
La Retuerta
La Sierra de Pardos
La Solana
La Umbría el Pozo
La Vega de Pardos
Las Cerradillas
Las Marcolientas
Las Sernas
Las Umbrías
Los Vallejos
Trascastillo

**Son algunos topónimos de lugares comunes de Pardos que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**


Las fiestas patronales eran el 31 de agosto en las que honraban a San Ramón. Fiestas muy concurridas, pues venia gente de Abanto, Castejón de Alarba, Acered y Cubel entre otros pueblos. Procesión con el santo por las calles del pueblo, misa y el rosario eran los actos religiosos, quedando para los actos festivos el baile y los concursos.

"Se hacían carreras pedestres, se las decía carreras de pollos por ser ese el regalo que se daba a los vencedores.
Otra costumbre muy típica eran las carreras de burros, se hacían sin albardas y con el jinete del revés". POLICARPO ARANDA.


Los músicos de Cimballa eran los encargados de amenizar el baile en la plaza por la tarde. Tambor, clarinete, saxofón entre otros instrumentos eran los utilizados por esta orquesta. Este baile era organizado por el ayuntamiento y por la noche se organizaba otro baile en el interior de alguna de las dos tabernas sufragado por estas y aquí venían los músicos de Munébrega a tocar con guitarra y bandurria.

"La víspera por la tarde se hacía una misa en la que participaban los músicos de Cimballa tocando en el coro de la iglesia. A esto se le llamaba "las completas".
Después de cenar se hacía baile en la plaza hasta la medianoche y luego en los salones que había en los cafés, el del tío Dámaso y el de la tía Juliana, solía ser un día en cada uno.
Al día siguiente se hacía una misa cantada con los músicos y por la tarde y noche repetición de baile como el día anterior, en la plaza y en el salón de baile.
Subía Domingo de Abanto y vendía carne de cordero a las casas que se lo solicitaran, además se mataban esos días pollos y conejos para agasajar a familiares y amigos que venían de fuera, Nadie se quedaba sin comer, igual que a la hora de dormir, para todo el mundo había algún acomodo donde descansar".
FELISA CORTÉS.


El 25 de noviembre celebraban a Santa Catalina subiendo hasta la ermita de dicho nombre, a la que iban en procesión al compás de la música procesional y con los pendones por delante, en la ermita celebraban una misa y acto seguido bajaban al pueblo donde las cofradías invitaban a un vermouth, por la tarde hacían el baile en la plaza con los músicos de Cimballa. También había costumbre de hacer una gran hoguera donde se asaban unas suculentas morcillas.
El 17 de enero le tocaba el turno a San Antón, subían en procesión a la ermita y allí celebraban una misa para bajar otra vez al pueblo, donde nuevamente las cofradías invitaban a un vermouth y por la tarde el baile en la plaza.
El 25 de abril hacían la romería a la ermita de la Virgen de Guía al Guerrero situada en el pueblo de Cubel, solo iban andando los que portaban los pendones, el resto iban en cualquier tipo de caballería. Al llegar se les obsequiaba con rosquillas y vino. Allí celebraban una misa y recitaban los célebres gozos a la Virgen de Guía al Guerrero, después realizaban una comida campestre alrededor de la ermita y por la tarde vuelta a Pardos.

De Abanto venia andando el cura (don Natalio) a efectuar los oficios religiosos.
El médico subía desde Abanto, había que ir a buscarle con una caballería.

"Cuando estaba de parto de mi hijo Mariano, bajó mi marido a buscar al médico a Abanto pero allí no estaba, le dijeron que estaba de caza en Cubel, para allá que se fue Ángel a buscarle, en aquel pueblo le dejaron una mula para ir a buscarlo por los montes donde estaba cazando. Cuando al fin lo encontró los dos vinieron a Pardos, pero con las prisas llegó sin botiquín ni nada, solo ¡con la escopeta! Menos mal que por aquel entonces paríamos casi solas o con la ayuda de alguna vecina que tuviera buenas mañas de partera". FELISA CORTÉS.

El cartero (Manuel) venia andando desde Acered a repartir la correspondencia. A la jubilación de este al poco de terminar la guerra civil el correo llegaba a Pardos por el cartero de Abanto. Pablo subía todos los días andando, tarea que más tarde desempeñó su hijo, también de nombre Pablo.

"Desde los catorce años subía andando desde Abanto todos los días el correo. Recuerdo perfectamente todas las casas y las personas que vivían en ellas. Me encantaba su hospitalidad, cada vez que iba me ofrecían pasar para calentarme en la lumbre en el invierno. Me acuerdo de las chimeneas encendidas con leña que le daba un aspecto muy acogedor. Siempre me ofrecían galletas, mantecados y una copa de clarete para que entrara en calor". PABLO MARTÍNEZ.

Las reuniones o juntas de vecinos se hacían en la escuela.
El pueblo era muy frecuentado por gentes de paso como los vendedores ambulantes, tal es el caso del tío Pepe de Monterde que iba con una mula vendiendo ropas y sábanas, el tío Alejo de Munébrega vendiendo vajillas o los alfareros de Villafeliche, también aparecían por allí los de Campillo de Aragón para comprar lanas y pieles.

La emigración empezó a hacer su aparición en toda la comarca en los años 50 y Pardos no fue ajeno a ello. Las ganas de buscar un mejor futuro en las ciudades y la falta de algunos servicios básicos fue un acicate, pero sobre todo hubo un factor determinante para que los pardeños se fueran marchando del pueblo.

"La falta de una carretera que nunca llegó, que nos hubiera sacado un poco del aislamiento que padecíamos, nos teníamos que desplazar a menudo a Abanto y teníamos una hora de camino andando y algo más a Acered, había que ir al médico por ejemplo y en invierno era muy dificultoso, así que a pesar de que aquí se vivía bien tuvimos que dejarlo todo para irnos a otro sitio y empezar de cero. Una carretera a tiempo no habría hecho desanimarse a la gente y más de uno habríamos seguido en el pueblo".
POLICARPO ARANDA Y CARMEN ARANDA.

"Cuentan mis padres y más gente de Pardos que hasta en dos o tres ocasiones estuvo marcada la carretera para hacerla, incluso hasta había partida presupuestaria, pero hubo algunos que se opusieron. Por supuesto no eran de Pardos claro. Hicieron una pista más o menos transitable cuando el pueblo estaba ya prácticamente deshabitado. ¿Y para que sirvió? Para que la gente de los pueblos cercanos pudiera entrar con remolques y desvalijaran las casas. En casa de mis padres se llevaron todo, hasta la forja de las ventanas".
MARIANO CALEJERO.


Los pardeños marcharon principalmente a Abanto, Zaragoza y Barcelona.
Manuel Gómez y Adelina López fueron los últimos en marchar de Pardos en los albores de 1980. Se bajaron a Abanto.
Pero un hecho significativo vino a sacar a Pardos de su letargo, como fue la llegada al pueblo del archiduque de Austria Hugo de Habsburgo hacia el año 1995.

"Este hombre se encontraba pasando una temporada en el Monasterio de Piedra y allí le informaron de que había un pueblo abandonado cerca, Hugo iba buscando una temporada de retiro espiritual, vino a ver el pueblo y allí se quedó.
Nunca se me olvidara la primera vez que le vi, había ya rumores de que alguien muy extraño estaba viviendo en Pardos, y un día fuimos por el pueblo mi marido y yo y allí nos lo encontramos, estaba lavando la ropa en la fuente, ahí dio comienzo a una grandísima amistad con nosotros que siguió manteniéndose por correspondencia años después de su marcha.
A nuestra casa de Abanto venia muy a menudo, a lo mejor se quedaba hasta la una o dos de la mañana y se iba para Pardos a esa hora, otras veces nos acompañaba a Calatayud. Era una persona excepcional, adelantado a su tiempo, con una bondad infinita y una cultura superior, sabedor de varios idiomas y dispuesto a ayudar a cualquiera, al principio como era normal causó un poco de recelo entre las gentes de Abanto y de los pueblos de alrededor, pero en seguida se ganó la simpatía de todo el mundo.
El señor Manuel (el último vecino que vivió en Pardos), le cedió su casa en Pardos y un huerto cercano, alguien le regaló una cabra, y con eso le era suficiente para vivir, con lo que cultivaba, la leche y obsequios varios que le hacia la gente, hay que decir que era una persona que estaba muy bien respaldado económicamente por su familia pero no le hacía falta. Allí estuvo dos o tres años hasta que dio un nuevo giro a su vida y se marchó".
MARI CARMEN ARANDA.

"Con el archiduque solo he coincidido dos o tres veces que fui con mi padre a dar una vuelta, o buscar setas, si no te conocía era muy reservado, pero lo recuerdo como una persona muy educada, culta y amigo de la naturaleza. En una de esas ocasiones después de haber estado con mi padre buscando setas, a la hora de comer hicimos una fogata en una era y nos asamos unas costillas y unos chorizos, cuando nos vio Hugo se acercó, nos saludó y hablamos un rato, mi padre le ofreció repetidamente que cogiera "un bocao pa echar un trago", ¡¡pero hombre tu sabes lo bueno que esta así a la brasica!! no hubo manera, al final se cogió unas naranjas que llevábamos, él era vegetariano".
MARIANO CALEJERO.


En la actualidad un grupo de personas intenta sacar a Pardos del olvido y han creado la Asociación de Amigos de Pardos para luchar por mantener vivo el espíritu del pueblo. Todos los pardeños se reúnen el mes de junio en la restaurada ermita de San Antón y allí celebran una misa y una comida de confraternización.


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Agradecimiento para Policarpo Aranda, su mujer Carmen Aranda, su hija Mari Carmen Aranda y para Aurora, todos ellos antiguos vecinos de Pardos. Encantadora tarde pasada en su casa de Abanto rememorando tiempos pasados de su pueblo. Multitud de recuerdos.
Agradecimiento para Mariano Calejero, exquisito informante de Pardos, donde están muchos recuerdos de su infancia y del que habla con verdadero cariño a la vez que con tristeza por ver el camino hacia la nada que lleva su pueblo.


Visitas realizadas en marzo de 2009 y noviembre de 2010.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Pardos visto desde la lejanía.




Pardos visto desde la Cuesta de los Trapos.




Calle de San Francisco. En primer plano a la derecha la casa del tío Vicente y la tía Raimunda. Tuvieron siete hijos (Plácido, Cándido, Julia, Vicenta, Raimunda, Carmen y Montse). La mayoría de ellos se marcharon a Barcelona.
Vicente falleció en Pardos y Raimunda años después en Barcelona.



Calle de San Francisco. A la derecha la casa del tío Cayetano y la tía Adelaida. Tuvieron ocho hijos. La emigración se llevó la familia al completo a Zaragoza.
A la izquierda la casa del tío Juan José y la tía Vicenta. Tuvieron dos hijos. Juan José falleció en Pardos y Vicenta se marchó con los hijos a Zaragoza.



Calle de San Francisco. A la izquierda la casa de la tía Juliana y a la derecha la casa del tío Felix y la tía Emilia. Tuvieron ocho hijos: Fortunato, Higinio, David, Santos, Amador, Joaquin, Vicenta y Manolita. Se bajaron a Abanto.



La casa de la tía Juliana, era una de las dos taberna-tienda que había en el pueblo. Vivía en ella el matrimonio formado por el tío Juan y la tía Juliana. Tuvieron tres hijos: Adelina, Miguela y Bernardino.
Juan murió en el pueblo y Juliana se marchó a Castejón.




Calle de San Francisco. A la izquierda la casa del tío Clemente y la tía Ascensión. Tuvieron tres hijos (Alejandro, Ángel y Guadalupe). Emigraron a Zaragoza.
A la derecha la casa del tío Carlos. Ángel Calejero y Felisa Cortés dejaron su casa del barrio de El Cantón y se trasladaron a vivir a esta casa durante los últimos años de estancia en Pardos, antes de marcharse a Zaragoza.



La casa del tío Manuel, la última que se cerró en Pardos. Vivió en ella el matrimonio formado por el tío Manuel y la tía Adelina. Tuvieron dos hijas: Soledad y Amparo. Se bajaron a Abanto.
Esta casa fue habitada años después por el archiduque Hugo de Habsburgo.




Foto cedida por Octavio Aylón Moliner.

Año 1995. Manuel Gómez y su nieto Octavio Aylón conversando con Hugo de Habsburgo.



La replaceta. Activa vida social se daba en este rincón pardeño.
La casa de la tía Isidora de frente. En ella vivía el matrimonio formado por Rosindo e Isidora con sus hijos.
Poyo de piedra junto a la puerta donde la gente acostumbraba a echar la tertulia o sentarse a la fresca. En la parte superior derecha había un reloj de sol muy apreciado por todos los pardeños. Solo la varilla que con su sombra marcaba la hora es lo que ha resistido al paso del tiempo. Nada queda de los doce radios numerados y pintados que había en el interior de la circunferencia.
Este era el lugar de encuentro de las mozas jóvenes, mientras que los varones les gustaba juntarse en la plaza mayor.



Otra panorámica de la replaceta. En primer plano la casa del tío Juan y la tía Bibiana. Tuvieron seis hijos (Pascual, León, Máxima, María, Lola y Gloria). Se marcharon a Zaragoza. Juan falleció en Pardos y Bibiana lo hizo años después en Zaragoza.
Por detrás asoman las casas del barrio de El Cantón y por encima la cantera con el palomar.



Calle del barrio de El Cantón, en la parte alta del pueblo.
 
    Ya llegamos al Cantón,
     al cantón del remolino,
donde se remolinea
   tu corazón con el mío




Barrio de El Cantón. La casa de Policarpo y Carmen. Tuvieron una hija (Mari Carmen). Se bajaron a Abanto.



Barrio de El Cantón. La casa de Ángel Calejero y Felisa Cortés.
"Eran dos casas anexionadas, la nuestra y la de la tía Aneta, por lo que era una casa enorme, tenía varias alcobas, graneros, corrales, un pajar, bodega, la era justo detrás de la casa y unas parideras para las ovejas. En el año 62 mis padres cerraron esta casa y nos fuimos a vivir a una casa del tío Carlos, en la replaceta. ¿Por qué este cambio de casa?
Una noche mientras dormíamos, un largo estruendo nos despertó asustados, fue algo parecido a un terremoto, hizo que se moviera la casa, se asustó todo el pueblo, pero nosotros mas, sobre todo mi madre. Una enorme piedra se había soltado de la cantera del "palomar" y había rodado hasta casi llegar a nuestra casa, se quedó frenada en la era a dos metros de la casa. A raíz de aquello mi madre dijo que allí le daba miedo vivir, y nos trasladamos a la "replaceta".
En el 67 mis padres decidieron dejar Pardos y marchar a Zaragoza. Ya solo quedaban tres casas abiertas en el pueblo. Mis tíos (Eusebio y Enriqueta) "mis otros padres" ya se habían venido a Zaragoza, lo que supuso que el trabajo que antes hacían entre los cuatro, ahora era todo para mis padres. Mi padre tenía un rebaño de ovejas grande, y atender las ovejas y las tierras era mucho trabajo. Para "postre" mi madre estaba embarazada, un embarazo tardío, inesperado. Yo ya estaba viviendo en Zaragoza, por lo que decidieron venirse con la idea de que naciera aquí mi hermano y luego quizá volver, pero ya no hubo vuelta.
A mi padre le costó mucho el dejar Pardos, tenía un buen rebaño de ovejas y buenas tierras, además le gustaba su trabajo y nunca había salido a trabajar fuera y menos a Zaragoza, pero se adaptó de una manera extraordinaria a la ciudad y al trabajo, y mira que el trabajo era bien distinto, aquí tuvo que empezar trabajando de peón en una fábrica. Es una de las muchas cosas por lo que le admiro".
MARIANO CALEJERO.




A la izquierda la casa de la tía Catalina. Vivía sola. Se marchó a Calatayud donde falleció.
A la derecha la casa del tío Clemente y la tía Justa. Tuvieron tres hijos (Clemente, Manuel y Pascual). La emigración se llevó a la familia a Zaragoza.



La plaza mayor de Pardos. A la izquierda la casa del tío Carlos, de frente la casa del tío Dámaso y a la derecha la escuela con el tejado ya hundido. A este lado se encontraba el frontón que un día de mal tiempo se cayó.
"Estábamos los niños en el Portejado porque era un día muy desapacible, con viento y lluvia, y vimos de repente como se desplomaba la pared del frontón, hubo suerte de que no le cayera a nadie encima. Durante mucho tiempo estuvieron los escombros en la plaza". MARIANO CALEJERO.



Plaza Mayor. La casa del tío Carlos y la tía María. Tuvieron tres hijos: Patro, José y Carlos. El matrimonio se bajó a Abanto.



Plaza Mayor. A la izquierda la casa de la maestra (doña Aurora originaria de Zamora fue durante muchos años la que impartió enseñanza en Pardos).
A la derecha, la casa del tío Dámaso, era posada, taberna y tienda. Se la conocía popularmente como el Portejado. La habitaba el matrimonio formado por el tío Dámaso y la tía Consuelo. Tuvieron dos hijos, Paco y Olegario. Se marcharon para Zaragoza.



La escuela de Pardos, nada queda prácticamente de ella, situada en la planta de arriba, se accedía a ella por una escalera con barandilla. Junto a la puerta estaba el buzón de correos.
"De la escuela recuerdo que era un espacio cuadrado, entrando a la izquierda había un armario donde se guardaban los libros y material escolar, seguido en la pared de la izquierda una ventana grande que daba a la plaza, enfrente estaba la pizarra con la mesa de la maestra, luego en el centro de la escuela había una estufa de leña, y los pupitres en dos filas creo recordar, en la pared entrando a la derecha había otra ventana más pequeña que daba a la calle que bajaba al barranco. También recuerdo que las escaleras se arreglaron, se lució la pared, se cambio la barandilla y el buzón, quedando la entrada igual que era pero más lúcida y segura".
MARIANO CALEJERO




Foto cedida por Mariano Calejero

Alumnos y maestra en la entrada de la escuela. Hacia 1960.
"La maestra era natural de Monterde (Zaragoza). Estuve poco tiempo con ella, luego vino otra que se llamaba Sarita. Cada vez había menos alumnos, porque los mayores acabaron la edad escolar y otros se fueron a Zaragoza, al final quedamos solamente Mª Jesús (la niña que está en brazos de la maestra) y yo, lo que motivó el cierre de la escuela, por lo que nos tocaba ir a la de Abanto, imagínate cuatro kilómetros que había entre los dos pueblos. Yo tuve la suerte de que tenía una tía en Abanto (Adolfa) y en invierno me quedaba en su casa, bajaba los lunes y subía los viernes a Pardos. Más tarde mis padres me mandaron a estudiar a Zaragoza, viviendo en casa de unos tíos". MARIANO CALEJERO.



Calle Real.




Calle Real. La fragua en primer plano. José era el herrero, subía desde Abanto los domingos. Después de la misa era cuando se aprovechaba para arreglar algún apero de labranza o para el herraje de las caballerías. Curioso era el sistema de facturación de los trabajos realizados: el ¨albarán¨ consistía en una caña partida por la mitad, una mitad se la quedaba el herrero y la otra mitad el cliente. Por cada trabajo realizado el herrero hacia una muesca en las dos mitades. A final de año se echaban las cuentas, se confrontaban las dos mitades, una vez puestos de acuerdo el herrero cobraba y se rompían las cañas. A cada nuevo año vuelta a empezar con el mismo sistema.
A continuación la casa del tío Perico (vivía en ella el matrimonio formado por Pedro y Benigna).



La fuente de la Carrasca y transformador de la luz.




Otra perspectiva de la fuente. Por encima la casa de Eusebio Cortés y Enriqueta Calejero. Se marcharon a Zaragoza.



Foto cedida por Mariano Calejero

"La foto está hecha en agosto, en ella estoy con mi tía Enriqueta, que para mi era como una segunda madre, la quería muchísimo, lo mismo que ella a mi. Fue tomada por unos familiares de Zaragoza que estaban veraneando en el pueblo.
Recuerdo el momento perfectamente, era una mañana casi mediodía, con un sol de frente que calentaba pero bien, recuerdo el sonido del caño del agua y también el del sobradero que abría y cerraba con mi mano. A mí me habían puesto guapo para la foto con los "maripis" nuevos y una camisica a rayas marrones y blancas, tenía otra igual pero con rayas azules. Y mi tía (mi otra Madre), que no estaba morena, no,.. estaba bien negra de las jornadas interminables de trabajo que toda la familia realizaba, y más en esas fechas que era tiempo de segar, acarrear, trillar, aventar, etc... Pues mi tía también se puso bien guapa, se colocó su chaquetica, y ahí estamos los dos cogidos de la mano". MARIANO CALEJERO.




La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Una campana (la otra fue expoliada), la pila bautismal y los santos se consiguieron poner a buen recaudo y están en Abanto.



Interior de la iglesia. Hasta ocho altares laterales tenia además del altar mayor al fondo.
"Yo estuve de monaguillo algunos años y recuerdo que cuando subía Mosén Natalio a celebrar misa yo le esperaba en casa de mis tíos, él se quedaba un ratico en la lumbre calentándose, y me decía: anda Mariano vete a dar el primer toque, y yo... con más miedo que otra cosa cogía la enorme llave y para la iglesia me iba, abría la puerta y subía al coro, que era donde estaba la cuerda de la campana.
Este era el momento que más miedo pasaba, la iglesia estaba a oscuras, solo una pequeña luz roja al fondo en el altar, las escaleras para llegar al coro estaban nada más entrar a la izquierda, subía y bajaba las escaleras a tal velocidad que yo creo no llegaba a tocarlas con los pies. Ya para el segundo toque estaba más tranquilo, puesto que la tía María siempre llegaba al primer toque".
MARIANO CALEJERO.




El invierno ha llegado a Pardos. A la izquierda sobre un altillo del camino estaba la casa del tío Ceferino y la tía Ciria. Tuvieron ocho hijos: Pedro, Gregorio, Félix, Francisco, Jamín, José, Encarnación y Elvira. El matrimonio falleció en Pardos.



Barri-alto. La Cuesta del Horno, casa del tío Bienvenido. La habitaba el matrimonio formado por el tío Bienvenido y la tía Eulalia. Tuvieron siete hijos: Bienvenido, Juliana, Hipólito, Pili, Victoria, Juanita y Ascensión. La emigración se llevó la familia al completo a Zaragoza.
Enfrente de la casa y ya con los muros casi caídos estaba el horno comunal.

"Había una persona que era el hornero, se encargaba del funcionamiento, control y mantenimiento durante el tiempo que le tocaba, era un puesto que se establecía voluntariamente o por sorteo.
Con el tiempo y al ir marchando la gente, éste horno dejo de funcionar.
A partir de entonces, tres familias construyeron tres hornos: uno en casa de la tía Juliana, otro en casa de la tía Adelina y otro en casa de mi hermano Eusebio y mi cuñada Enriqueta, éste último era el que yo utilizaba.
Amasábamos cada ocho o diez días y hacíamos doce o trece panes redondos con moños.
Cuando ya quedaba poca gente estos hornos dejaron de funcionar y bajaban los panaderos de Castejón a vender el pan". FELISA CORTÉS.


"Del horno comunal no tengo recuerdos, siempre vi el edificio cerrado, pero si del horno que tenían mis tíos en su casa, en él hacía mi madre unos panes que le salían buenísimos y también unas magdalenas y unas cañadas de aceite que estaban deliciosas". MARIANO CALEJERO.



Barrio del Picazo. La casa del tío Gato, la habitaba el matrimonio formado por el tío Jesús y la tía María. Tuvieron cuatro hijos: Manuel, Manuela, Angeles y Marina. Se bajaron a Abanto.
Aquí empezaba el camino tradicional que utilizaban los pardeños para desplazarse a Abanto.
Enfrente de la casa, al otro lado del camino hay una piedra redondeada conocida como la ¨piedra del calvario¨. Era costumbre el día de Viernes Santo salir en procesión desde la iglesia hasta dar una vuelta alrededor de la piedra, volviendo luego por el mismo camino.



La restaurada ermita de San Antón.




No ha corrido la misma suerte la ermita de Santa Catalina situada junto a los restos de una torre de origen musulmán.



El peirón de la Olma, situado a unos 300 metros del pueblo en el camino que viene de Acered.