
Llegó a contar en sus tiempos con veinte viviendas.
Conocieron la luz eléctrica gracias a la energía que venía desde el Molino Gil (Las Ruedas de Enciso).
Sus tierras de cultivo estaban sembradas principalmente de trigo, cebada, avena y yeros.
Iban a moler el grano al molino Gil de Las Ruedas de Enciso.
La oveja era el animal principal en la ganadería.
Los corderos se vendían a carniceros de Enciso.
Algunos escurquillanos iban a trabajar a las fabricas textiles que abundaban en toda la comarca, acudían a las de Las Bargas y a Enciso, dedicadas a la confección de paños y mantas.
Alto de Nocedillo
Cabezuelas
Cañamano
Cañamazo
Cerradilla
Cirijuelo
Corral del Prado
Garivicente
Hoyo García
Hoyo de La Rade
La era Anilla
La era de la Bodega
La Magdalena
La Somada
La Veguilla
Las Abriguillas
Las Carreras
Las Mangarras
Los Abriguillos
Los Ejidos
Los Hoyos
Los Rebollejos
Peña de la Asomada
Peñalava
Pozo Martín
Solana del Escudero
Umbría Bodón
Umbría de los Huertos
Umbría del Pomar
Vallejo Bañero
**Son algunos topónimos de lugares comunes de La Escurquilla que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
El cura (don Eladio) vivió algunos años en La Escurquilla y luego se bajó a vivir a Enciso desde donde subía a realizar los oficios religiosos.
El maestro (don Felipe Sánchez) realizaba el trayecto a diario desde Enciso (1´5 km.) donde tenía su residencia.
El médico también subía desde Enciso cuando se le solicitaba.
El herrero venia los domingos desde el pueblo soriano de La Vega.
El cartero si residía en el pueblo, bajaba a Enciso a llevar y traer la correspondencia y luego la repartía en La Escurquilla y en Valdevigas.
Las fiestas patronales se realizaban los días 14 y 15 de septiembre. Una misa, una procesión y el baile en una era, unas veces con la dulzaina y tamboril de los músicos que venían de Garranzo y otras veces el tío Félix y su hijo venían desde el pueblo soriano de Yanguas, eran los actos principales de estos días festivos.
"Era algo entrañable, acudía gente de todos los pueblos, incluso de los pueblos sorianos limítrofes como La Vega y Lería, en un pueblo donde normalmente vivíamos unas 80 personas nos llegábamos a juntar hasta 500, con el problema que suponía la manutención y el alojamiento para tanta gente, pero se solucionaba con la gran voluntad que había por parte de los vecinos, que se llegaban a disputar el llevarse a los forasteros para su casa a comer.
Se mataba una oveja machorra y en algunas casas era costumbre hacer un estupendo plato de conejo con caracoles. Se habilitaba cualquier rincón de la casa y las cuadras para que pudieran dormir todos los visitantes, todo el pueblo participaba con entusiasmo, se bailaba, se bebía, se jugaba, comprábamos una gaseosa a los taberneros que subían de Enciso y un vaso lleno de cacahuetes a un vendedor que venía desde Zarzosa y tan felices. Había costumbre de ir haciendo ronda por las casas, donde te obsequiaban con una rosquilla y un chupito de anís en unos vasos minúsculos que eran un poco más grande que un dedal de coser".
FLORENTINO OCHOA.
Los domingos acudían a Enciso al mercado que se celebraba allí y solían comprar pimientos, tomates, naranjas, uvas y demás productos que no había en el pueblo. Algunos vecinos se desplazaban con el macho hasta Arnedo para comprar vino.
Los vecinos en los ratos libres se reunían en la casa-concejo para jugar al mus y los jóvenes se juntaban en la explanada de la iglesia para jugar a los bolos, además acudían los domingos por la tarde a Enciso donde había baile.
Los escurquillanos casi en su totalidad se fueron marchando a Enciso en busca de mejores medios de vida y aprovechar las infraestructuras y los servicios que allí se daban y que no llegaban hasta La Escurquilla.
El matrimonio formado por Pedro Rodrigo y Luisa Sánchez fueron los últimos en marchar de La Escurquilla allá por el año 1963.
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Informante: Florentino Ochoa, vecino de Enciso y antiguo habitante de La Escurquilla. Agradable mañana recorriendo las calles de su pueblo en su compañía.
-Los topónimos están extraídos de la página web Errioxa. Luis Manuel Fernández: "Recopilación de topónimos de Enciso, La Escurquilla..."
Visita realizada en mayo de 1995, en abril de 2010 en compañía de Florentino Ochoa y en julio de 2024.
Punto y aparte. Catorce años después de mi última visita vuelvo a La Escurquilla. En esta tarde veraniega de 2024 aprovechando que me han sobrado unas horas de otra excursión por la comarca vuelvo a subir a esta población de bonito nombre. Nada más llegar, desde lo alto del terreno donde se divisa una bonita panorámica del pueblo ya observo que el pueblo se ha deteriorado bastante. La vegetación se ha extendido, los árboles han crecido en altura y algunas edificaciones han perdido el tejado. La bonita visión que se tenía desde aquí con las casas adaptándose al perfil del terreno y ubicadas en diferentes niveles se ha perdido, ya no seduce como antes. Domina el verde de la vegetación. Bajo por un sendero que cruza el barranco y enseguida me adentro en su entramado urbano. Veo restos de andamiaje, palés y materiales de construcción en algunas esquinas del pueblo, como si se hubiera querido hacer alguna mejora. Nada llegó a buen puerto y ahí quedan "fosilizados" los restos de obra. Me adentro por su calle principal camino de la iglesia. El templo sigue igual, ha perdido parte de su tejado, con cierto peligro pero aún se puede acceder a su interior, visible todavía el lugar ocupado por el altar mayor, el pulpito, el baptisterio o el coro entre otras partes internas pero sin ningún ornamento religioso de interés. El cementerio todavía mantiene alguna lápida de algún escurquillano fallecido en tiempos antiguos. Las casas adyacentes al templo están más castigadas por aquí, las calles ya no existen, no se puede transitar mucho por esta zona. Aquí rememoro el encuentro que tuve con Florentino Ochoa junto a la puerta de la iglesia en el año 2010, antiguo vecino de La Escurquilla, fue un placer pasear por las calles de su pueblo a la par que me iba contando múltiples detalles del pueblo y de sus edificaciones.
Desde esta explanada de la iglesia contemplo la parte alta del pueblo, las diversas casas que componían el barrio alto. Hacía allí me dirijo, no hay posibilidad de hacerlo por ninguna calle así que hay que trepar por donde buenamente se puede saltando entre piedras y sorteando vegetación, piedra granítica muy abundante por esta parte de arriba del pueblo, tanto que la mayoría de las edificaciones están cimentadas sobre la roca. Paso junto al edificio que fue la escuela y el ayuntamiento, lamentablemente ya se ha venido abajo, llegué a tiempo en mi anterior visita de ver el interior del concejo y del recinto escolar. Estaba ya en bastante mal estado en aquellos años y era cuestión de tiempo de que diera con sus muros en el suelo como así sucedió. Sigo trepando hacía arriba, de manera un poco "salvaje". Las casas por aquí se encuentran en "algo" mejor estado que las de abajo por decir algo, aunque ya no se puede acceder al interior de ellas, unas por su mal estado y otras porque una barrera vegetal lo impide. Alguna vaca aparece por una esquina curioseando a ver quien es el visitante que a esas horas de la tarde está transitando por las agrestes calles de la parte alta de La Escurquilla. Sigo subiendo hasta las últimas edificaciones del pueblo, corrales y pajares en la parte más alta. La vista desde aquí es preciosa. Los tejados de La Escurquilla, la espadaña de la iglesia y en lontananza la sierra de la Hez. La vida en La Escurquilla era dura antaño pero creo que en esta parte alta del pueblo más aún. El trazado urbano por esta parte no concedía muchas comodidades para moverse. Toca bajar de nuevo para abajo, diversos detalles a observar en las fachadas, alguna era de trillar y muros caídos que ya no permiten saber que uso tenían. Llego de nuevo hasta la parte baja. Soledad y silencio a raudales. La visita a La Escurquilla toca a su fin. Cruzo el barranco y trepo hasta la parte alta del monte. Me voy alejando del pueblo, una última mirada contemplativa. La Escurquilla va perdiendo la batalla por mantenerse en pie con decoro, esperemos que todavía aguante unos años. La reciedumbre de sus piedras lo hará posible aunque con las edificaciones más mermadas según vaya pasando el tiempo.
LA ESCURQUILLA, ¡¡que nombre más bonito, que bien suena!!
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

La Escurquilla vista desde la lejanía.

Llegando a La Escurquilla.


La iglesia parroquial de Santa Ana.


Interior de la iglesia.

Interior de la iglesia. Baptisterio, coro, espadaña.


La ermita de La Magdalena.

Desde la ermita se ve así las casas del barrio de arriba.



Interior de lo que un día fue la escuela de La Escurquilla.


Mirando por la ventana.


Precioso encuadre de una calle escurquillana.


Bajando hacia la escuela se encuentra el corralillo.
"Este era el lugar de encuentro preferido de las mujeres. Aquí se sentaban en el carasol a coser, hablar y pasar la tarde". FLORENTINO OCHOA.

Uno de los dos hornos comunales que había en el pueblo.

Rincón urbano.

Vivienda.
