Huértalo (Huesca)

Solitario y olvidado se presenta el pueblo de Huértalo en disposición longitudinal sobre una faja de tierra.
Fue un pueblo muy bonito y lleno de vida que se fue apagando de manera cruel a partir de los años 50 en que empezó a disminuir su población drásticamente.
Diez casas que formaban una calle casi rectilínea y una hermosa plaza daban forma a Huértalo.
Solamente cinco casas se mantuvieron abiertas en la última etapa de vida humana en el pueblo.
Tuvieron luz eléctrica hasta los años 20, pero en esas fechas tuvieron la desgracia de que se quemó el transformador y como quiera que en aquel entonces no quedaban ya muchos vecinos las instalaciones no se arreglaron y tuvieron que volver a la luz de los candiles.
Para abastecerse de agua tenían que ir con el macho cargado de cántaros a una fuente que había por debajo del pueblo, en el barranco.
Un terreno de regular calidad permitía sembrar sus tierras de trigo y cebada principalmente.
Iban a moler el grano a Berdún.
Las ovejas y las cabras se repartían el volumen ganadero.
Perdices y conejos que previamente habían sido cazados suponían un aporte alimenticio extra.
Días de mucho trajín era la época de matanza. Se mataba uno o dos cerdos según las necesidades de cada casa.
Leña de roble y de pino era lo que tenían para calentar el fuego de la lumbre en las cocinas y así combatir los rigurosos inviernos que allí se daban.

Aitiello
Analo
Arniste
Barranco de la Virgen
Barranco de Maratuelo
Barranco de Sarva
Busquet
Camino de Ansó
Camino de Berdún
Camino de Fuendegabarda
Camino de Villarreal
Camino de la Ermita
Camino de la Selva
Camino del Solano Bajo
Camino las Eras
Campo Chaparro
Campos de la Virgen
Casa del Mon
Corona Cemellas
Corral de Gallereta
Corral de Valiciella
Cubillar
El Mon
Fuente Gabarda
La Casaza
La Tajadera
Morera Viña
Solana Alta
Solana Baja
Terreros
Valellas

**Son algunos topónimos de lugares comunes de Huértalo que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**


Celebraban sus fiestas patronales en honor a la Inmaculada Concepción (La Purísima) con una duración de tres días, del 8 al 11 de diciembre. Hacían una procesión llevando a la virgen desde la ermita hasta la iglesia. Allí se tiraba seis meses y para el Corpus la volvían a llevar a la ermita.
En las comidas de las casas en esos días señalados no faltaba la paella, la sopa, se mataba un pollo o un cordero, además se acompañaba de la repostería a base de magdalenas, flan y rosquillas.
Para amenizar el baile venían Alfonso y Manolín desde Biniés con guitarra y bandurria.
Como por esas fechas solía hacer bastante frío, el baile se realizaba en el interior de la escuela pero algún año que la climatología fue benévola permitió que se hiciera en la plaza.
Venía la juventud de Biniés, Majones y Villarreal de la Canal a participar de las fiestas pero no en grupos numerosos debido al condicionante del clima en esas fechas.

El cura (mosén Pablo) venía desde Villarreal de la Canal, andando o en caballería, más tarde venían desde Berdún, mosén Martín fue uno de los que se recuerda.
El médico venía desde Berdún cuando la situación lo requería sino eran los vecinos de Huértalo los que tenían que desplazarse a Berdún para ser tratados de su dolencia o enfermedad. Don Tomas y don Jesús fueron algunos de los que se recuerdan. Había que llevar una caballería para que pudiera desplazarse el doctor hasta Huértalo.
Desde Berdún venía andando todos los días menos cuando nevaba el cartero, José Diéguez de casa Medianero para repartir la correspondencia.

A realizar compras se desplazaban hasta Berdún, Biniés, Villarreal de la Canal o incluso llegaban a Jaca. Si era compra de poca envergadura se iba andando y sino con el burro. Aunque eran casi autosuficientes pues había de todo en las casas (pollos, cerdos, verduras, fruta, vino y pan), también hacían jabón con la grasa de los animales, tenían que abastecerse de productos que no había en el pueblo como era el azúcar, arroz, aceite, sal o pescado. Pescado que solía llegar a Villarreal de la Canal en camión procedente de San Sebastián y que Francisco Solano se encargaba de llevarlo a vender a Huértalo.
También aparecía por allí un vendedor ambulante llamado Cirilo Heriza vendiendo hilos, telas y ropa.
En casa Tresa estuvo durante años la taberna del pueblo donde la gente se juntaba a jugar al guiñote, al tute o al arrastrao.
Los domingos se acostumbraba a tomar café o vermut acompañado de unas olivas o unas anchoas.

El futuro de Huértalo estaba escrito al no llegar allí nunca una carretera que hiciera la vida más fácil a sus vecinos, lo que unido a la difícil calidad de vida en un terreno áspero y abrupto fue lo que motivó que sus habitantes buscaran un mejor porvenir en otros lugares. Así la gente marchó principalmente a Berdún, Sabiñanigo o incluso alguna familia dio el salto hasta América.
Manuel Solano de Casa Matías y Ángel Sanz de Casa Salvador fueron de los que aguantaron hasta el final en este aislado y solitario lugar, pero el último de Huértalo fue José Samitier de Casa Buey, este hombre habitó en el pueblo hasta 1999, después de quedarse viudo en 1982 al fallecer su mujer Julia Sanz estuvo viviendo en solitario hasta que lo avanzado de su edad le hizo desistir de seguir viviendo en Huértalo.
A partir de aquí el silencio y el olvido se apoderaron de Huértalo desmoronándose agónicamente sus edificios y siendo tomado el pueblo por una avasalladora vegetación.

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Fuentes de información:
-Antigua vecina de Huértalo (Conversación personal mantenida por correo electrónico a través de su hija).
-Libro: "Huértalo, el pueblo que fue" de Cristian Laglera.


Visitas realizadas en abril de 1996 y en mayo de 2009.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Punto y aparte. Trece años después de conocer Huértalo hago una nueva visita a este pueblo. En aquellos años todavía una persona resistía entre sus muros para evitar la muerte definitiva del pueblo. Pude tener una pequeña charla con él mientras atendía su ganado y me contaba el devenir de un pueblo que agonizaba, rememorando el pasado y hablando de su pronta marcha del lugar. A modo de curiosidad me preguntó si el cartero de Villarreal tenía obligación de llegar hasta Huértalo mientras que quedara alguien viviendo en el pueblo. No supe darle una respuesta adecuada por desconocimiento del tema. Y también como quiera que mi encuentro con él sucedió en la parte baja del pueblo junto al barranco, le manifesté mi intención de ir a visitar el pueblo y con ello transcurrieron un par de horas, al volver ya para coger el camino de Majones allí seguía, cuando me fui a despedir de él me dijo que le extrañaba que hubiera tardado tanto en visitar un pueblo tan pequeño, que si no había hecho alguna "trastada" por allí. No se si se quedó satisfecho con mis explicaciones de que a mí me gustaba ver los lugares con "calma, sin prisa". Con los años transcurridos ya contaba con que lógicamente José ya no iba a estar como último guardián de Huértalo. Además en Villarreal de la Canal ya me comentaron que había fallecido hace unos años. El camino se presenta difícil, complicado, hay que vadear el río Majones, está en regular estado. Decido dejar el coche en un ensanche del camino y continuar andando. La ermita es lo primero que aparece. Las vacas de algún ganadero de la zona son los únicos seres vivos que se ven por allí. Bonita vista del pueblo de Huertalo desde la ermita. El pueblo ya lo noto cambiado en comparación a la primera visita. Edificios caídos y falta de tejados en los que no lo están. Incluso casa Buey que fue la última en cerrarse se ha venido abajo casi toda la vivienda. Por un estrecho camino me dirijo hacía el pueblo. Mucha vegetación por todas partes. Entre la primavera y los años de abandono, el verde de la maleza domina toda la escena. La preciosa plaza Mayor es lo primero que aparece al entrar al pueblo. Allí está la iglesia, la escuela, el horno y casa Matías, voluminosa vivienda mostrando todavía un airoso balcón en la planta superior. También sigue igual el curioso edificio de la escuela con su rótulo indicativo por si algún senderista despistado le asaltan dudas sobre en qué pueblo esta y que uso tenía este edificio. La iglesia sigue impasible en su desamparo. El expolio y el vandalismo han hecho su trabajo. En la calle Mayor es donde noto más la diferencia de mi primera visita. Una infranqueable vegetación hace casi imposible el caminar acrecentado por los cascotes de los edificios caídos que se amontonan en medio de la calle. Apartando vegetación y saltando entre piedras muy penosamente consigo llegar hasta el final de la calle. El olvido y la soledad se han apoderado de Huértalo una vez que se fue su último habitante.

Huértalo en 1996. Todavía vivía una persona, las casas estaban en mejor estado y las calles ausentes de maleza.



Entrando a Huértalo por la Plaza Mayor.




Vista parcial de la plaza con la escuela a la izquierda y casa Matías de frente, el corral de la casa al fondo.



Escuela de Huértalo con su rustico letrero encima de las ventanas (ESCUELA NACIONAL HUERTALO). Unos diez niños llegaron a asistir a ella. Los últimos niños acabaron yendo a la de Berdún. La planta de arriba estaba destinada a vivienda de la maestra pero nunca se llegó a acabar de construir. Las maestras vivían de patrona en alguna casa. A la derecha se encontraba el horno comunal para hacer el pan. Se hacía una vez a la semana. Cuando ya quedaba poca gente en el pueblo lo traía el cartero desde Berdún con un macho cuando venía a traer la correspondencia.



Casa Matías. Bonita y dominante fachada en la plaza. La habitó el matrimonio formado por Esperanza Sanz y Tomás Solano. Tuvieron siete hijos: Manuel, Victoria, Juanita, Pilar, Ángeles, María Teresa y Tomasa. Los amos de la casa se marcharon para Berdún cuando ya estaban mayores. Un hijo de ellos, Manolo fue el último que habitó la vivienda. Aquí tuvieron el único aparato de radio que hubo en el pueblo, con lo cual era punto de reunión de las gentes para escuchar las noticias de lo que acontecía en el mundo exterior.



Se vino abajo la fachada de casa Salvador. Fue habitada por el matrimonio formado por Amado Sanz y Amalia López. Tuvieron seis hijos: Ángel, Antonio, Amado, Ambrosio, Fe y María Cruz.



La parroquial de San Esteban de Huértalo. A la izquierda la abadía con su puerta adintelada.



Presbiterio de la iglesia. La mesa del altar mayor fracturada en el suelo. Unas pinturas murales góticas se encuentran en el Museo Diocesano de Jaca.



Copa de la pila bautismal por el suelo. Algún desaprensivo se la intentó llevar y desistió del empeño.



Casa Buey. Vivía en ella el matrimonio formado por Domingo Sanz y Vicenta Solano. Tuvieron tres hijas: Julia, Bienvenida y Conchita.
Julia al ser la mayor fue la heredera y se casó con José Samitier, natural de Villarreal de la Canal. Fue la última vivienda que se cerró en Huértalo.



Calle Mayor. La vegetación es la dueña. Al fondo casa Tomás.



Escudo en piedra rojiza en la fachada de casa Tomás.



Calle Mayor. Casa Clavería. Vivía en ella el matrimonio formado por Gregorio Clavería y Pabla Torralba. Tuvieron seis hijos: Alejandro, Nicolás, Ángela, Expectación, Antonia y Simona.



Fachada lateral de Casa Claveria.




Calle Mayor. Imposible el paso. Fachada lateral de casa Buey. Chimenea. Cuadra y pajar de la casa.



Vivienda y corral de casa Tomás.




Ermita de la Purísima Concepción, situada a unos 400 metros del pueblo.