
Bonito pueblo situado en disposición alargada y formado básicamente por dos calles paralelas. Se componía de unas treinta viviendas, todas ellas construidas con piedra y barro y enfoscadas en yeso.
No conocieron nunca la luz eléctrica en Mancheño, las capuchinas de aceite, los quinqués y a lo último las lámparas de camping gas fueron sus fuentes de iluminación.
No faltaban varias nevadas al año que se mantenían durante varios días.
Leña de pino principalmente y también ramas viejas de almendro era lo que utilizaban para la combustión de la lumbre en los hogares.
Para consumo de agua tenían dos fuentes en las inmediaciones del pueblo, la Fuentecica y los Tornajicos, pero no eran muy buenas para beber, por lo que a menudo iban a buscarla con las caballerías hasta el pueblo de La Capellania. A lavar la ropa iban al lavadero que había junto a la fuente de Los Tornajicos.
La agricultura se sustentaba básicamente en el cultivo de cereal (trigo, avena, cebada y centeno). Iban a moler el grano al molino de Topares.
Higueras, ciruelos y albaricoqueros eran los árboles frutales más abundantes en sus campos.
"Casi todas las casas tenían su horno para hacer el pan, donde no había utilizaban el de alguna vecina o familiar, como era el de Josefa de Miguel que era al que solían recurrir las que no tenían. Ya en los últimos tiempos se dejó de hacer el pan en las casas y se compraba a los tenderos que venían de Los Royos: José el Bullas y Eugenio". ESTEBAN SÁNCHEZ.
La ganadería se basaba en los rebaños de ovejas y cabras que tenían los vecinos. Los corderos eran vendidos a tratantes de Los Royos o Topares.
"El trabajo del campo en Mancheño no daba para todos porque eran familias con bastantes hijos y la gente tenia que echar jornales en fincas más fuertes como La Junquera y El Perigallo en las labores del campo, como muleros y pastores, otros iban a cavar hoyos por el monte para la repoblación forestal de pinos, hubo quien arrendó tierras en las fincas de Los Poyos de Celda, se recogía esparto, se iba al esquileo, todo era bien empleado para llevar unas pesetas a casa".
ESTEBAN SÁNCHEZ.
Se solía matar un cerdo al año en cada casa en época de matanza.
Conejos, liebres, perdices y torcazas suponían un buen reclamo para los aficionados a la caza.
Barranco la Puente
Barranco la Salina
El Cerrico
El Cerro Moruno
El Cerro Quemao
El Rasico Ancho
El Sabinarico
La Hoya
La Hoya del Brinco
La Laborcica
La Mesica
Las Paraticas
Las Pozas de Galindo
Los Huertos
Los Majales
Los Rasicos
Los Tablares
Los Villares
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Mancheño que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
No había escuela en Mancheño por lo que los niños tenían que ir a la del pueblo de La Capellania (Murcia), en los últimos años los niños en edad escolar les tocaba ir al internado en Vélez Rubio.
El médico venia en caso necesario desde Topares. Don Juan García estuvo realizando tal cometido durante años. Después de él fueron don Daniel y don José los últimos doctores que se desplazaban a Mancheño cuando la situación lo requería.
"Cuando a alguna persona le recetaban inyecciones la gente recurría a mi madre Isabel para que se las pusiera. También Lola, la mujer de Francisco las ponía". ESTEBAN SÁNCHEZ.
La tía Feliciana y la tía Anica con sus buenas dotes como parteras ayudaron a venir al mundo a muchos niños de Mancheño.
El cartero no llegaba hasta Mancheño y la correspondencia la recogía en Topares algún vecino cuando iba a hacer compras o bien se enviaban con los vendedores ambulantes.
Por allí aparecían los tenderos de Los Royos (Murcia), primero en caballerías y más tarde en un camión de venta ambulante vendiendo sus productos.
De La Almudema venía uno con un motocarro vendiendo pescado.
"Me acuerdo de un personaje muy singular que iba por los cortijos, era el tío Andaluz (Antonio), venía desde Singla con una burra a la que llamaba Maria Manuela, era hojalatero y era muy manitas, restañaba pucheros, arreglaba las capuchinas de aceite, estiraba los muelles de los somieres, etc, cualquier cosa que se le encomendaba lo hacia. Desde que salía de su pueblo a lo mejor tardaba veinte días haciendo todo el recorrido, se le ponía una almaraqueja en una casa donde le pillara la noche y allí dormía". ESTEBAN SÁNCHEZ.
Dos horas tardaban a Topares a donde se desplazaban con una burra para realizar compras.
En la aldea había dos tiendas para abastecerse los vecinos de los productos más básicos. Las regentaban José Antonio y la otra Ramona.
No tenían fiestas patronales pero lo suplían acudiendo a las de Topares o a la romería de San Isidro que se celebraba en la ermita de los Poyos de Celda.
"En mis tiempos la fiesta de San Isidro en Los Poyos ya estaba muy venida a menos. Había emigrado mucha gente y ya no tenían el auge de antaño, se seguía realizando la misa y la procesión, venía una turronera de Caravaca y poco más, nada que ver con el esplendor que tuvieron en los años cuarenta y cincuenta según me contaba mi padre, hacían carreras de sacos, ponían la cucaña, doña Carmen la dueña de Los Poyos con sus hijas tocaban un piano y se bailaba, en la porchá se hacia alguna obra de teatro y juegos de cuadra, aquello era un hervidero de gente, venían de todas las aldeas y cortijos, desde Topares hacia abajo y de la Cañada Tarragoya hacia arriba". ESTEBAN SÁNCHEZ.
José Ruzafa y Juan de la Flora ejercieron de alcaldes pedáneos durante años.
Ruzafa, Mota, Sánchez y Martínez son los apellidos más predominantes entre las gentes de Mancheño y sus descendientes.
Como dato para el recuerdo queda el de los últimos niños nacidos en Mancheño, ellos fueron Antonio (hijo de Marcos y Josefa) y Ramona (hija de Ramona la Pepa y Juan Antonio).
En algunas ocasiones se celebraban bailes cortijeros en el salón de la casa de la tía Seguia con los músicos que venían de Topares.
"A Vélez Blanco no íbamos casi nunca como no fuera para algún asunto administrativo. Quedaba retirado, a más de veinte kilómetros. Cuando había que hacer el viaje teníamos que ir a Topares a coger el autocar de Eutimio que hacia el trayecto de Topares a Vélez Rubio. Recuerdo de ir alguna vez con mi madre, nos íbamos la tarde anterior y hacíamos noche en la posada de Topares para estar listos por la mañana temprano para coger el coche de linea. En otras ocasiones nos tocaba desplazarnos a Caravaca para ir a algún tema de papeleo o cosas de alguna consulta a un médico especialista. Teníamos que ir a Los Royos, salíamos de casa antes de amanecer y tardábamos una hora y media andando. El coche de linea salía hacia Caravaca a las siete y media. Por la tarde el viaje a la inversa, llegada a Los Royos y hacer el camino andando hasta Mancheño". ESTEBAN SÁNCHEZ.
Una fecha para el recuerdo en la historia de Mancheño sucedió en enero de 1980 cuando cayó una nevada muy intensa que dejó al pueblo aislado casi una semana. Vivían entonces cinco personas allí, dos de ellos de avanzada edad, lo que hizo movilizarse a todos los pueblos cercanos (Topares, Las Cobatillas, La Capellania, La Junquera) y acudir numerosos vecinos hasta Mancheño para ver si necesitaban ayuda en forma de víveres, alimentos o lo que fuera, incluso un helicóptero (no se sabe bien de que institución) consiguió posarse en las eras para ver si había alguien enfermo o necesitaban ayuda. Esta gente que vivía en Mancheño ya estaba bien provista de alimentos, leña y demás porque eran previsores y sabían que el invierno era duro por allí y podía pasar esta situación y afortunadamente no tuvieron que recibir ayuda. Tenían preocupación por las ovejas que estaban en unas parideras en el monte y no podían llegar hasta ellas para llevarlas comida, pero por suerte no hubo desgracia con el ganado y aguantaron bien hasta que se empezó a deshacer la nieve.
La mayoría de los vecinos antes de este suceso ya habían marchado debido a la falta de servicios básicos e infraestructuras, las malas comunicaciones que tenían y las ganas de buscar una mejor calidad de vida, prácticamente casi todos acabaron en Elche (Alicante) en un efecto dominó en el que unas familias fueron arrastrando a otras, algunas se fueron a Palma de Mallorca.
El matrimonio formado por Prudencio Sánchez y Valentina Abril con Feliciana, la hija que tuvieron, fueron los últimos de Mancheño, después de estar cinco o seis años viviendo en soledad se marcharon en 1982 al cortijo Espín en término de Topares y en una segunda emigración lo hicieron a Los Royos.
"Prudencio y Valentina fueron los últimos que se marcharon de Mancheño de los que allí vivieron de manera continuada pero hay que decir que la presencia humana se mantuvo durante unos cuantos años más porque por allí aparecía periódicamente Juan Miguel Marín "el Cazaor" que iba y venía. Tenía dos sobrinas viviendo en Zarcilla de Ramos una y en Singla otra, vivía con ellas algún tiempo y otras temporadas se iba a Mancheño donde tenía casa y unas colmenas que atendía. Durante una nevada muy gorda que cayó se quedó sin alimentos y enfermó. Cuando pudieron ir los de la Cruz Roja lo encontraron en muy mal estado y al día siguiente falleció". ESTEBAN SÁNCHEZ.
Voy a ponerme a escribir,
y lo haré con empeño,
para dedicarle unos versos,
a la aldea del Mancheño.
Este rincón andaluz,
que llamo a la aldea mía,
pertenece a Vélez Blanco,
provincia de Almería.
Yo me siento muy orgulloso,
de este rincón andaluz,
de este trozo de tierra,
en donde yo vi la luz.
Fue una aldea pequeña,
no hay grandes cosas que ver,
pero si tenía dos fuentes,
para lavar y beber.
Una son Los Tornajicos,
otra es La Fuentecica,
a sus espaldas La Hoya Alta,
y al frente La Laborcica.
Me acuerdo de mis abuelos,
su recuerdo está presente,
ella mí abuela Juana,
y el Esteban Vicente.
Él fue un hombre sencillo,
buen mulero y agricultor,
y en el tiempo de la esquila,
también fue esquilaor.
Aún conservo sus tijeras,
las guardo aunque son viejas,
pues con ellas mi abuelo,
esquiló muchas ovejas.
¡Yo las seguiré guardando,
cómo trofeo en su peana,
con ellas cortó mi abuelo,
muchos vellones de lana!
Y recuerdo de mi abuelo,
yo era muy chiquitillo,
que cuando estaba trillando,
él me montaba en el trillo.
Y recuerdo con mucho cariño,
un día una gran regañina,
por derramarle el aceite,
que tenía la capuchina.
¡Que bueno era mi abuelo,
que hombre más majo era aquel,
yo llevo con mucho orgullo,
llamarme Esteban cómo él!
Allí en tiempos pasados,
ya no cabía un alfiler,
estaban todas las casas llenas,
y había gentes por doquier.
La gente allí trabajaba,
en todo lo que podía,
haciendo cualquier trabajo,
en aquello que se ofrecía.
Allí se cogía el esparto,
y se segaba tallo y romero,
y se hacían malabarismos,
para llenar el puchero.
Había pastores y muleros,
que arreglaban las tierras,
y también plantaban pinos,
para ganarse unas perras.
Pero llegó la maquinaria,
y las cosas ya cambiaban,
donde hacían falta tres,
ya con uno se apañaban.
Y allá en los años sesenta,
empezó la emigración,
unos se fueron para Elche y Alicante,
y otros a Valencia y Castellón.
Algunos fueron a Palma de Mallorca,
en busca de esa vida futura,
otros quedaron en Murcia,
en Molina de Segura.
Algunos por proximidad,
tomaron la actitud,
de quedarse en Caravaca,
en la ciudad de la Cruz.
Un año se marchaban unos,
al año siguiente dos,
y hoy en la actualidad,
aquí no queda ni dios.
Bien es verdad que se fueron,
con su dolor y su pena,
fue por falta de trabajo,
de servicios y de escuela.
Y así unos detrás de otros,
como una hilera de hormigas,
todos se fueron marchando,
en busca de otras salidas.
¡Y aquí quedó parte de sus vidas,
de su juventud y su infancia,
y hoy solo queda el recuerdo,
y mucha, mucha nostalgia!
¡Y ahora cuando vuelven,
el corazón se queda tocao,
de la lástima del Mancheño,
que aquí quedó abandonao!
El último habitante,
que en está aldea vivió,
fue Juan Miguel el Cazaor,
y un nevazo le cogió.
La nieve no se quitaba,
se quedó sin alimento,
y cuando a buscarlo vinieron,
ya no había fuerza ni aliento.
Cuatro miembros de cruz roja,
le sacaron en camilla,
y al día siguiente murió,
en el pueblo de la Zarcilla.
Sus restos descansan en Singla,
allí recuerdo lo enterramos,
fue llevado hasta Singla,
desde Zarcilla de Ramos.
Descanse en paz Juan Miguel,
él, y todos los de aquel lugar,
los que murieron del Mancheño,
¡¡todos descansen en paz!!
Ya termino éstos versos,
con rigor y con empeño,
aquí os dejo el recuerdo,
de lo que un día fue El Mancheño.
Esteban Sánchez. 22/01/2025
-----------------------------
Informantes:
-Valentina Abril, antigua vecina de Mancheño (Conversación personal mantenida a la puerta de su casa en Los Royos).
-Esteban Sánchez, antiguo vecino de Mancheño (Conversación personal mantenida por via telefónica y por whatsapp)
Visita realizada en septiembre de 2010.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Vista de Mancheño desde las eras.





La misma casa vista desde otro lado.

Viviendas alineadas en la calle de arriba.

Calle de Abajo. La maleza se ha apoderado de ella.

Calle de Abajo. Es la zona del pueblo que peor se encuentra.

En la de la derecha vivió el tío Sebastián y la tía Florentina. Tuvieron dos hijos: Esteban y Juana. Se marcharon a Molina de Segura (Murcia).


En la de la izquierda vivieron Juan de la Pepa y Bernardina. Se fueron a Mallorca.
En la del medio vivió Juan Antonio Castillo y María.
En la de la derecha la habitó el matrimonio formado por Enrique y Lidia. Emigraron a Mallorca.