Urbicain es un pueblo situado en llano en una pequeña prominencia del valle de Izagaondoa a la vera de la Peña Izaga.
Siete viviendas componían este lugar, algunas de ellas de buen porte y todavía en relativo buen estado, dedicadas a la agricultura (avena, trigo y cebada) y a la ganadería con la oveja como animal fundamental. Ovejas dedicadas a la cría del cordero, muy apreciado para su venta que llevaban a vender a Aoiz y a Lumbier.
Aldarapea (Paraje)
Barranco del Soto (Arroyo)
Beroate (Paraje)
Camino de Ardanaz (Camino)
Camino de Izanoz (Camino)
Debajo de la Fuente (Paraje)
El Monte (Paraje)
Entreviñas (Paraje)
Errekagaitz (Arroyo)
Errota (Molino)
Etxarri (Paraje)
Fuente de Beroate (Fuente)
Fuente de Entreviñas (Fuente)
Fuente de la Milanos (Fuente)
Ibarrea (Paraje)
Laigain (Paraje)
Las Huertas (Paraje)
Los Llanos (Paraje)
Sanmarizulo (Paraje)
Talluntze (Paraje)
Xandoain (Paraje)
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Urbicain que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
No conocieron nunca escuela en el pueblo por lo que los niños bajaban diariamente hasta la de Turrillas.
Tuvieron cura residente (don Narciso) que años más tarde se bajó a vivir a Turrillas.
"El cura vivía aquí en Urbicain en la abadía y llevaba nuestro pueblo y el de Izanoz porque en aquel entonces un cura no podía llevar más de dos pueblos, cuando ya se amplió esa normativa se bajó a vivir a Turrillas porque también le adjudicaron aquel pueblo además de Indurain". ILDEFONSO ASCUNCE.
El médico acudía en casos necesarios desde el pueblo de Urroz montado a caballo.
El cartero lo hacía desde el pueblo de Artajo.
Celebraban sus fiestas patronales el día 2 de septiembre en honor a su patrón San Esteban.
"Cuatro días duraban las fiestas en los que además de misa y procesión se hacia una ronda con los músicos por las casas del pueblo donde se obsequiaba a la comitiva con moscatel y rosquillas. El baile se hacía en la calle o en el interior de alguna casa si llovía y solía ser amenizado unas veces por el ciego de Aibar con bandurria acompañado de su hijo y otras veces por un acordeonista de Aldunate. Cada año era una casa distinta los que hacían de mayordomos y se encargaban de dar comida y alojamiento a los músicos.
El último día de la fiesta los mozos pagaban una cena para todo el pueblo". ILDEFONSO ASCUNCE.
Llegaron a conocer la luz eléctrica procedente del molino de San Vicente en Urraul Bajo, pero ello no fue impedimento para que las gentes de Urbicain se fueran marchando en busca de un mejor futuro, principalmente a Pamplona, lo que unido al envejecimiento de la población, el pueblo iba agonizando y así en los años 70 todas las tierras y casas de Urbicain excepto Casa Pedroz fueron vendidas a José Biurrun Echeverria que lo utilizó como explotación agrícola y ganadera.
Hasta hace pocos años salía humo de alguna chimenea en Urbicain pues hubo presencia humana hasta el año 2004 en que Ildefonso Ascunce y su mujer Rosario Cía cerraron la puerta de su casa (Casa Pedroz) debido a su avanzada edad y se marcharon a vivir a Lumbier.
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Informante: Ildefonso Ascunce (96 años) de Casa Pedroz (Conversación personal mantenida en la residencia de la tercera edad de Lumbier).
Visitas realizadas en diciembre de 2008, octubre de 2011 y octubre de 2023.
Punto y aparte. Cuando vuelves a visitar un despoblado al cabo de unos cuantos años puede suceder tres cosas: que te lo encuentres más deteriorado por el paso del tiempo, las inclemencias meteorológicas y el expolio (lo más lógico y lo que se da en la mayoría de los casos), que te lo encuentres prácticamente igual (no suele ser muy normal, pero algún caso hay, donde no ha llegado el expolio y la meteorología lo ha respetado) y el último caso es que el pueblo haya ido a mejor por los arreglos y cuidados de diversos edificios por los hijos del pueblo y los descendientes que retornaron de manera parcial (cada vez se van dando más casos).
Urbicain entraría de lleno en el primer grupo. Ha ido a peor y de que manera. Penoso el estado en que se encuentra. Una verdadera lastima que lo que fue un pueblo bonito (incluso cuando ya estaba deshabitado) este sucumbiendo en el pozo del abandono y del olvido.
En este año de 2023 hago mi tercera visita en una tarde otoñal a esta población encaramada en un altillo en el valle de Izagaondoa. Son quince años desde la primera vez. Tenía curiosidad por ver la evolución de sus ruinas y por transitar un poco por su entramado urbano que tan buen sabor de boca me dejó años atrás. Pero enseguida me doy cuenta que ya nada es igual. Voluminosas granjas ocupan la entrada al pueblo. Me acerco a ver el cementerio y enseguida dos perros se ponen a ladrar de manera constante al advertir de mi presencia. Suerte que están atados con una cadena. Como el camposanto no tiene nada especial para contemplar me alejo de allí y no importuno más a los perros. Me dispongo a enfilar la calle de entrada y ya contemplo en lo que se ha convertido: en una selva. A un costado queda la iglesia de San Esteban. Anteriormente estaba cerrada guardando su intimidad de los curiosos. Ahora ya no. No ha podido resistir más tiempo. A pesar de tener un candado la han violentado. Entro al interior, aguanta la estructura interna aunque sin elementos de valor. El coro todavía se mantiene firme. Contemplo unos minutos, observo detalles. Parece ser que hubo un leve proyecto de que este templo llevara el mismo camino de rehabilitación que el del cercano San Martín de Guerguitiain, pero por lo que se ve la cosa quedó en nada. Salgo al exterior, paso junto a la abadía y casa Melchor, ambas con las fachadas en pie pero sin poder acceder dentro. La calle esta inconmensurable de vegetación, hiedra, plantas trepadoras, arbustos de buen tamaño, plantas silvestres... todo ello hace de este otrora precioso tramo de calle una jungla por la que apenas se puede transitar por un estrecho sendero en el medio. Llego hasta esa pequeña plazoleta donde la calle se ensanchaba, un poco más de claridad por aquí pero grupos de montones de tierra y piedras apelmazados dan idea de que varias paredes se han caído. Me sitúo delante de casa Pedroz, la que durante tantos años mantuvo con vida mínimamente a Urbicain. Los vándalos han hecho por aquí su aparición, faltan varias dovelas de su portalada y la puerta ha sido violentada. Es junto a la iglesia la única que todavía mantiene el tejado. Continuo hacía la monumental casa Icurgui, mantiene la fachada en pie a duras penas y ya no se puede acceder al interior. Bajo hasta el barranco, voy en busca de los restos del molino pero no lo encuentro así que decido subir otra vez al pueblo, lo contorneo por su lado norte, llego hasta casa Rosa apartada unos metros del resto de edificios. Se ha venido abajo, apenas algún muro en pie. Paso junto al recinto donde unas cuantas vacas se encuentran en su apacible quietud. Veo casa Pedroz por su parte trasera. Llego nuevamente hasta la plazoleta central del pueblo. Me dispongo a atravesar nuevamente la calle rebosante de maleza para salir del pueblo. La vegetación recuperando el terreno que un día fue suyo. Llego hasta la salida/entrada del pueblo. Los perros me sienten y empiezan otra vez con sus estridentes ladridos. Alguien entra con un todo terreno en uno de los recintos exteriores de la granja, mira al visitante con cierta desgana y prosigue su ruta. Toca marchar del lugar, ya empieza a oscurecer. ¡¡Qué sensación más agridulce me llevo de Urbicain!! Un pueblo que se está muriendo engullido por las fauces del abandono y de la desidia. Aún así me quedo con el grato recuerdo que me produjo esta población en mi primera visita.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Foto cedida por Fernando Hualde
Placa en azulejo situada a la entrada del pueblo.

Año 2011. Entrada al pueblo por la carretera.
Año 2008. La iglesia parroquial de San Esteban de Urbicain, adosada a ella la abadía.


Fernando Hualde hace una descripción de la casa y de su pasado en un excelente reportaje: El ventanillo de Casa Melchor.
Año 2008. Casa Pedroz, la última vivienda que se cerró en Urbicain. Gran portalada con dovelas de muy buena factura.
Año 2011. Casa Icurgui.
Año 2011. Casa La Rosa.
Año 2008. Calle principal de Urbicain.


Año 2023. Cementerio.
Foto cedida por Fernando Hualde
Entrada al molino de Urbicain, se encuentra en ruina y devorado por la vegetación, era propiedad de Casa Melchor y en el siglo XX lo adquirieron los de Casa Icurgui. Aquí venían a moler los de Turrillas y los de Izánoz.
Fernando Hualde incansable investigador de todo lo relacionado con el patrimonio navarro muestra una vez más un impagable trabajo de documentación y de recuperación de la memoria de esta pequeña joya caída en el olvido: El molino de Urbicain.