
Diez viviendas componían Valdecantos, dedicadas a la agricultura, principalmente cereal (trigo, cebada, avena) y a la ganadería (ovejas).
Tenía iglesia, ermita, casa concejo y fragua, no así escuela, para lo cual los niños en edad escolar tenían que desplazarse a la de Santa Cruz de Yanguas.
"Cinco niños íbamos en mi época a la escuela de Santa Cruz, una media hora escasa tardábamos en llegar, si nevaba no íbamos por el camino habitual sino que nuestras madres nos sacaban a la carretera y por ella llegábamos a Santa Cruz, lo primero al llegar era calentarnos en la estufa. Comíamos allí en la escuela o en casa de algún familiar o conocido, por la tarde vuelta para arriba a Valdecantos".
EMILIO DIAGO.
De Santa Cruz de Yanguas venia el cura a dar misa, también de este pueblo era el cartero, que primeramente tenía que ir hasta Villar del Rio a recoger la correspondencia.
De Villar del Río cuando la situación lo requería venia el médico, en casos muy extremos, si la cosa era más leve se apañaban con las buenas artes del practicante de Santa Cruz.
A Santa Cruz eran frecuentes las visitas dada su cercanía, porque allí estaba el ayuntamiento, al que había que ir para resolver asuntos administrativos, a abastecerse de productos básicos a la tienda que había en aquel pueblo, también a moler el grano al molino de dicho pueblo (otras veces bajaban al molino del Tano en Villartoso), y los jóvenes acudían por allí en las tardes de los domingos buscando un poco de diversión.
El día grande de Valdecantos era el 24 de junio, donde celebraban a su patrón: San Juan.
Se celebraba una procesión por el pueblo y una misa.
La noche anterior se ponía un ramo en las casas de las mozas casaderas y se les cantaban coplas, por la mañana se iba pasando por las casas, donde les obsequiaban con rosquillas y anís, a veces algo de dinero.
En la plaza se plantaba el mayo, poniendo en lo alto algún premio, que solía ser unas rosquillas, el tronco se untaba de alguna sustancia resbaladiza para desafío de los mozos, que aunque costaba, siempre había quien lograba llegar a la cúspide.
La víspera no faltaba tampoco la hoguera de San Juan en la plaza.
El cordero era el plato típico en las casas para ese día, lo mismo que la cocha era la bebida representativa en la fiesta (parecido al zurracapote).
En la plaza se realizaba el baile que solía estar animado por los gaiteros de Diustes (el tío Galo con dulzaina y su hijo Galito al tambor).
El día del Corpus se realizaba una pequeña fiesta, donde acudían casi al completo los vecinos del cercano pueblo de La Laguna. Aquel día se hacia una procesión desde la iglesia hasta la ermita de El Cristo, en la que se hacia una misa, volviendo la procesión hasta la iglesia.
También era costumbre acudir en mayo a la cercana ermita de El Santo, donde se juntaban con los de Villartoso y Santa Cruz de Yanguas y allí se realizaba la bendición de los campos. Esta fiesta se perdió con el paso de los años y últimamente se ha vuelto a recuperar.
Con los dos pueblos cercanos (Villartoso y Santa Cruz) había buena armonía, pero también una sana rivalidad, como daba muestra estas coplillas que según se entonaran por los de un pueblo u otro cambiaba la letra. Vista por los de Valdecantos era así:
Los de Villartoso raposos que ni a perro ni a gato dejan pasar
Los de Santa Cruz apedrean la Cruz
Los de Valdecantos adoran los Santos.
El pueblo, como la mayoría de los de Tierras Altas fue sufriendo una severa emigración en los 50 y 60 y los valdecantoseños fueron marchando en busca de un mejor medio de vida ya que las tierras no daban para vivir en familias donde había varios hijos, emigraron a Logroño, Arnedo y Zaragoza principalmente. Aun así Valdecantos se mantuvo habitado hasta el año 1993 por medio del matrimonio formado por José Verguizas e Isidra Martínez, que aguantaron en el pueblo casi hasta el final de sus días.
En la actualidad, después de haber pasado unos años de olvido, el pueblo esta volviendo a recuperarse de manera muy entusiasta gracias a la labor de algunos de los que se fueron y en especial de Emilio Diago que esta poniendo todo su empeño y su ilusión en revitalizar lo que un día fue el coqueto pueblo de Valdecantos. Han recuperado la fiesta de San Juan y están realizando una serie de mejoras en el pueblo.
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Agradecimiento para Emilio Diago, hijo del pueblo y autentico alma máter de la tímida recuperación que va realizando Valdecantos (Conversación personal mantenida a la puerta de su casa en Valdecantos).
Visitas realizadas en junio de 1994, abril de 2013 y en compañía de Emilio Diago en mayo de 2013.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Valdecantos visto desde la ermita de El Santo.

Valdecantos visto desde Villartoso.

Entrando a Valdecantos por la Calle Real.

Entrando al pueblo por el camino de Villartoso.

Plaza Mayor de Valdecantos.



La casa del tío Pepe, la última que se cerró en Valdecantos.


La casa del tío Hilario. Se marcharon para Logroño.

La casa del tío Benigno.


"Cuando venia el viento del norte, nosotros no podíamos aventar al tener la era detrás de la iglesia, nos quitaba el aire, todos los demás aventando y nosotros esperando que cambiara el viento, hasta teníamos que mover toda la parva más hacia el norte, saliéndonos ya de nuestra era para poder terminar de separar el grano de la paja". EMILIO DIAGO.

San Juan de Valdecantos.

Foto cedida por Emilio Diago
Vista de la parroquial por su lado oeste, cementerio adosado.

Foto cedida por Eduardo Alfaro
Preciosa pila bautismal románica de la iglesia de Valdecantos que fue trasladada a la iglesia de San Martín en San Pedro Manrique. Según apunta Eduardo Alfaro en su página Idoubeda Oros es muy posible que esta pila procediera de la ermita de Santa María situada en el cercano despoblado de Los Casares.

Ermita de El Cristo.

Nieve en Valdecantos, los últimos coletazos del invierno.

Lavadero.

Foto cedida por Emilio Diago.
Valdecantos, junio de 2015. Misa celebrada con motivo de la celebración de la fiesta de San Juan.