Valtrujal (La Rioja)

Cinco aldeas tenía el pueblo de Robres del Castillo en el Alto Valle del Jubera.
Solo San Vicente, la más grande, consiguió sobrevivir (a duras penas) a los azotes de la despoblación.
Hoy día es un excelente ejemplo de recuperación gracias al entusiasmo y buen hacer de los que se fueron y sus descendientes.
No ha corrido la misma suerte la segunda aldea del municipio en volumen y población: Valtrujal.
Dormita solitario y olvidado en una ladera del barranco de Arrejalón en las sinuosidades de la sierra de La Hez a 875 metros de altitud.
Alrededor de una quincena de casas conformaron el pueblo en sus buenos tiempos, llegando a alcanzar su máximo censo poblacional en los años 20 con una población que rondaba los 80 habitantes.
Nunca llegó la luz eléctrica ni el agua corriente a Valtrujal.
Cada casa tenía su horno para hacer el pan.
Para abastecerse de agua iban a un manantial situado en el barranco, a unos cuatrocientos metros del pueblo. También las mujeres tenían que hacer el mismo recorrido para lavar la ropa.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas de trigo, cebada, avena y patatas principalmente.
Se llevaba a moler el grano al molino harinero de Robres, en tiempos más recientes se llevaba hasta las harineras de Corella y El Redal.
La ganadería estaba conformada por los rebaños de ovejas y en menor medida de cabras.
Se mataba un cerdo en cada casa.
Abundaba la caza del conejo y de la perdiz que suponía un aporte alimenticio extra en las cocinas.
Una hora tardaban hasta Robres del Castillo, la cabecera municipal por caminos de caballería.

Barranco de Arrejalón
Barranco de La Lobera
Charcales
El Barrio
El Hayedo
El Tiradero
El Trujal
Fuente Calaya
Fuente las Barras
La Barra
La Llanilla
La Pregosa
Las Lastras
Paredijas

**Son algunos topónimos de lugares comunes de Valtrujal que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**


No había escuela en Valtrujal y así los niños en edad escolar tenían que recorrer diariamente los dos kilómetros que había hasta San Vicente de Robres para asistir a la que allí había.
El cura subía desde Robres del Castillo a oficiar los actos religiosos. Don José y don Juan son algunos de los que se recuerda.
Desde Santa Engracia venía don Joaquin, el médico cuando la situación de gravedad de algún vecino lo requería.
Basilio, el cartero de San Vicente era el encargado de repartir la correspondencia, bajaba hasta Robres para recogerla, la cual venía en el coche de línea.

Santa Ana era la patrona de Valtrujal a la que celebraban fiesta el 26 de julio.
Se celebraba una misa y una procesión por las calles del pueblo.
Se acostumbraba a matar una oveja vieja en cada casa para compartir con familiares y allegados.
Venía la juventud de San Vicente, de Robres, de Buzarra, de Dehesillas...
Se realizaba el baile en una era amenizado por músicos de Arnedillo o de pueblos de Tierra Ocón.
Era costumbre en Semana Santa, el día de la Pascua de Resurrección la quema del Judas. Se hacían dos muñecos: el judas y la judesa. Se rellenaban de paja y se los vestía con pantalones, chaqueta, blusa y falda. Se colgaba de la pared de la iglesia donde permanecían hasta la tarde en que eran quemados. Había años que se hacía conjuntamente con los de San Vicente, primero en aquel pueblo y luego venían a quemar el de Valtrujal.

Para compras de pequeña envergadura había una tienda en San Vicente.
Era sin embargo a Arnedillo donde solían hacer los desplazamientos para realizar compras de mayor volumen porque aprovechaban para llevar a vender productos agrícolas y huevos, pollos y conejos También llevaban allí leña de estepa para vender. Tres horas empleaban en llegar.
A Munilla acudían para vender lechones, huevos y pollos debido al gran volumen poblacional que tenía aquel pueblo en aquellos años debido a las fábricas del textil y de calzado que allí había.
Eran familias que trabajaban a sueldo, pero apenas tenían animales de granja y productos de huerta por lo que todo lo que traían de los pueblos de alrededor para su venta tenía muy buena salida.
Fabricaban carbón para vender también en Munilla.
Para abastecerse de vino se desplazaban hasta Lagunilla de Jubera.

La despoblación que azotó con dureza a todos los pueblos de la montaña riojana se cebó particularmente con estos recónditos pueblos del Alto Jubera.
Valtrujal con una falta total de servicios básicos, con un mal terreno para la agricultura, con las incomodidades que ejercía el terreno donde tenían que bajar al barranco a por agua o incluso las eras de trillar les quedaba retiradas, unido todo ello a las ganas de buscar un mejor futuro, fueron los factores determinantes para que Valtrujal se quedara completamente vacío.
El grueso de la emigración se llevó a sus vecinos a Calahorra. Alguna familia buscó acomodo en Logroño o en Arnedo.
En 1968 cerraron las dos últimas casas que permanecían abiertas en Valtrujal: la de Paulino Barrio y su mujer Emilia Sáenz que se marcharon al pueblo de Jubera y la otra era la casa de Genoveva Barrio, la cual vivía sola por haber enviudado años antes al fallecer su esposo Quico Sáenz (Paulino y Genoveva eran hermanos, lo mismo que Emilia y Quico). Genoveva se bajó a vivir a Robres del Castillo.

Informantes:
-Antigua vecina de Valtrujal y vecinos de San Vicente de Robres (Conversación personal multiple mantenida en la plaza de San Vicente de Robres).
-Eugenia Barrio, antigua vecina de Valtrujal (Conversación personal mantenida por messenger por medio de terceras personas)


Visitas realizadas en marzo de 1995, septiembre de 2007 y mayo de 2017.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Punto y aparte. Tres visitas llevo hechas a Valtrujal en el periodo de veintidós años y poco ha cambiado. Lleva relativamente bien el paso de los años en comparación a otros despoblados. Más vegetación, edificaciones que van perdiendo sus muros, imposibilidad de transitar por algunos tramos de su trazado urbano, pero en general la fisonomía de las edificaciones sigue igual. La buena calidad de las piedras, el estar a resguardo de los vientos del norte y ser un lugar poco visitado hace que en Valtrujal el tiempo se haya quedado detenido.

Después de visitar el confortable y renacido pueblo de San Vicente de Robres me dispongo a visitar nuevamente Valtrujal en esta primavera del 2017.
Al estar a resguardo en ladera, el pueblo no se ve a pesar de que la carretera de San Vicente discurre casi por encima de sus tejados (eso me pasó en mi primera visita allá por los años 90 en que según el plano que llevaba Valtrujal estaba cerca del camino, pero no lo veía por ningún lado, tuve que parar el vehículo en un alto del terreno, asomarme al barranco y ver el pueblo a mis pies).
Esta vez no hay perdida. Además algún cartel explicativo da una orientación de la cercanía del pueblo.
La primera vez atajé bajando por entre la vegetación de manera vertical para llegar, ahora no, cojo el camino que dando un pequeño rodeo me llevara hasta la entrada. Cuando llego veo que todo sigue igual.
El pueblo no se ha alterado mucho en su camino hacia la ruina.
Dividido por un pequeño barranquejo en dos barrios. El primero en orden de llegada es el barrio de abajo. Más pequeño y con más dificultad de transitar por algunas calles. De hecho es imposible, sobre todo en su parte alta.
Me limito a contemplar las viviendas desde abajo y moverme por donde la vegetación me lo permite.
Enseguida llego hasta el barrio de arriba, por aquí las viviendas están en mejor estado y se puede mover algo mejor por sus calles aunque la vegetación y las piedras caídas de algunos muros lo van dificultando. La sencilla y coqueta iglesia se sitúa en la parte baja del pueblo. Una muralla de maleza impide el acceso a su interior. La contorneo, veo que ha perdido parte de su cubierta y la pared del lado este se está carcomiendo poco a poco sus piedras. Mal augurio para el templo.
Bajo hasta el barranco, quiero ver la panorámica de Valtrujal desde aquí. Se me asemeja a un libro abierto por la mitad por la disposición urbanística vista desde aquí con los dos barrios separados por un pequeño pliegue del terreno. Disfruto unos minutos de la visión y vuelvo a subir otra vez para el pueblo. Busco transitar por nuevos rincones. Entro al interior de algunas viviendas donde todavía es posible. Austeras y sencillas huellas todavía visibles de un modo de vida que ha pasado a dormir el sueño eterno.
Sigo en mi búsqueda de detalles de interés. Por la parte alta está más complicado moverme. El silencio es absoluto. La soledad es palpable. Nadie aparece por allí. Ninguna señal de presencia humana. Es un lugar poco transitado y fuera de las grandes rutas senderistas.
Negros nubarrones aparecen en la lejanía por la parte del Cabimonteros. No sé si llegará la tormenta hasta aquí. No estaré para comprobarlo puesto que la visita a Valtrujal toca a su fin. No hay más que ver. Deshago el camino hasta la carretera. Contemplo las eras de trillar y me sitúo como al principio, al borde del barranco, con el pueblo a mis pies. Aquí me quedo unos minutos. La vida tuvo que ser dura aquí. Lejos de todo y cerca de nada. El terreno áspero y abrupto no permitía concesiones ni veleidades.
Tengo que decir que me he sentido muy a gusto las tres veces que he estado en Valtrujal. Pese a estar escondido y olvidado me agrada contemplar y pasear entre sus ruinas.



Año 2017. Valtrujal en la lejanía visto desde los eólicos del Cabimonteros. Los dominios del Alto Jubera.



Foto cedida por Eugenio Rodríguez

Valtrujal visto desde el otro lado del barranco. Se aprecia en toda su dimensión la separación de los dos barrios del pueblo así como su ubicación con respecto a la carretera de San Vicente de Robres que pasa por encima.



Foto cedida por Luis Díaz

Año 2020. Bonita panorámica de Valtrujal desde el oeste a vista de dron.



Año 2017. Llegando a Valtrujal.




Año 2017. Las primeras edificaciones en aparecer ya dan idea de las buenas dimensiones de las casas. La misma tipología constructiva. De tres plantas y piedras de mampostería irregular.



Año 2017. Viviendas del barrio de abajo.




Año 2017. Calleja en el barrio de Abajo.




Año 2017. El barrio de Abajo visto desde la iglesia.




Año 1995. El barrio de Arriba de Valtrujal.




Año 2007. El barrio de Arriba de Valtrujal.



Año 2017. El barrio de Arriba desde otra perspectiva.




Año 2007. Aspecto urbano del barrio de Arriba.




Año 2017. La iglesia parroquial de Santa Ana.




Año 2017. La iglesia por su lado este. La pared ha empezado a desmoronarse.



Año 2017. Interior de la parroquial.




Año 2017. Por la parte alta del pueblo.




Año 2017. Vivienda.




Año 2017. "La postal de Valtrujal". Preciosa calle.




Año 2017. Al estar las edificaciones alineadas en distintos niveles las casas en este tramo tenían salida al exterior por el somero y formaban calle con las viviendas situadas por encima.



Año 2017. Edificaciones en mal estado.




Año 2017. Era de trillar.

8 comentarios :

  1. Tuve la misma sensación qué usted cuando la visité este año 2021.me encantó el pueblo. En ese momento quería comprar la mejor casa conservada que queda para restaurarla. Intenté contactar con el alcalde de robres para informarme sobre ello y convencerlo para llevar acceso en coche hasta allí y poder así facilitar la recuperación del pueblo.
    Pero no conseguí dar con el alcalde después de varios intentos.

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    1. No es tarea fácil la de intentar devolver la vida a Valtrujal pero si sería un buen paso el facilitar un acceso en condiciones hasta el pueblo.
      Otra cosa es que las administraciones se impliquen en el asunto porque el gasto es grande.
      Si vuelve a intentarlo espero que tenga suerte.
      Un cordial saludo.

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  2. Roberto Tartaj Marchlunes, 01 febrero, 2021

    Hola Faustino,por lo que se puede apreciar,ese pueblo tuvo que ser precioso en sus buenos tiempos,por otra parte comparando las fotos del mismo dá la sensación de que el tiempo no ha pasado por el, ya que son prácticamente iguales las del año 1995 a las del 2007,una maravilla de lugar para poder visitarlo y disfrutar de el,lástima que ahora con la pandemia no podamos desplazarnos,me lo apunto por si algun día voy por esa zona y me puedo acercar a verlo,un abrazo

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    1. Hola Roberto. Si tuvo que ser un pueblo bonito, como son todos en general los de esta zona del Alto Jubera. Otra cosa diferente es que la vida era bastante dura en estos lugares.
      La verdad es que es de los pueblos en donde menos he notado el paso de los años en las diferentes veces que lo he visitado. Aunque ya la iglesia y algunas otras edificaciones están dando muestras de que la ruina va a ir a más.
      Puedes visitar Valtrujal y otros más que hay por la zona, todos igual de atractivos: Oliván, San Vicente de Munilla, La Santa, Ribalmaguillo, La Monjia, Antoñanzas, etc.
      Habrá que tener paciencia y esperar un poco más porque ya todos tenemos muchas ganas de volver a calentar motores y hacer lo que nos gusta.
      Un abrazo.

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  3. A pesar de la tristeza que supone siempre leer las cosas que cuentas sobre la gente que tuvo que abandonarlo todo, especialmente cuando son los últimos que quedaban en los pueblos, tiene que ser curioso visitar un sitio en el que parezca que se ha parado el tiempo.

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    1. Es triste leer estas cosas pero a la vez muy bonito y muy emotivo. A toda persona que tenga un mínimo de sentimientos le tiene que tocar la fibra de la sensibilidad.
      En estos pueblos donde no hay ningún edificio restaurado ni nada arreglado se aprecia con mayor densidad como el tiempo se ha quedado detenido tal y como cuando se fueron ellos.
      En muchos casos el decorado está puesto, solo falta con la imaginación poner los "actores" cada uno en su sitio y podemos "ver" cualquier escena de la vida cotidiana de hace sesenta, setenta años.
      Un cordial saludo.

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  4. Fantástico e interesante reportaje Faustino, como ya nos tienes acostumbrados.

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    1. Gracias por tus palabras Josep.
      Me alegra que te haya gustado.
      Un cordial saludo.

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